Siempre en mi recuerdo, siempre en mi corazón, siempre en mi memoria, siempre en mi vida.
Te quiero, mamá, y te echo de menos. Mucho. Soy quien soy, soy como soy, gracias a ti.
Te recuerdo como eras… (Poema VI)
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Pablo Neruda
Yo también la quiero!!!
Que bonito primo, un rato de llanto en mis vacaciones… como se dejaba querer siempre. Un beso.
No puedo escribir nada más en este momento. Se me saltan las lágrimas al hacerlo. El trabajo me lo impide.
Te quiero mama.