Acerca de Juan Pedro Rica Peromingo

Profesor de lingüística inglesa en el Departamento de Filología Inglesa I (Universidad Complutense de Madrid). Licenciado en Filología Inglesa por la UCM. Doctor en Filología Inglesa (área de lingüística de corpus y fraseología) por la UCM. Máster en enseñanza del inglés como lengua extranjera y traducción (Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, EE.UU.) y Máster Europeo en Traducción Audiovisual (METAV) (Universidad Autónoma de Barcelona). Profesor del Máster en Lingüística Inglesa: nuevas aplicaciones y comunicación internacional (departamento de Filología Inglesa I, UCM) y del Máster Europeo en Traducción Audiovisual (Universidad Autónoma de Barcelona). ... simplemente alguien muy romántico, apasionado, sincero y honesto, generoso (sobre todo de corazón), amante de la vida, leal con el resto... con tres "vicios" confesables: la música (sobre todo en directo), el cine y la literatura, especialmente la poesía, e interesado también en el teatro, la pintura, la educación, la política en mayúsculas, y la política social en minúsculas... y Lavapiés, mi barrio de adopción.

Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en Madrid

«No son los libros lo que usted necesita, sino algunas de las cosas que hubo en los libros. Lo mismo podría verse hoy en las salas… puede encontrarlo en muchas otras cosas: viejos discos de fonógrafo, viejas películas, y viejos amigos; búsquelo en la naturaleza, en su propio interior. Los libros eran sólo un receptáculo donde guardábamos algo que temíamos olvidar… la magia reside solamente en aquello que los libros dicen, en cómo cosen los harapos del universo para darnos una nueva vestidura.»

«It’s not the books you need, it’s some of the things that once were in books. The same things could be in the ‘parlor families’ today. The same infinite detail and awareness could be projected through the radios and televisors, but are not. Books were only one type of receptacle where we stored a lot of things we were afraid we might forget. There is nothing magical in them at all. The magic is only in what books say, how they stitched the patches of the universe together into one garment for us.»

(“Fahrenheit 451”, Ray Bradbury, 1953)

Nueva etapa profesional

Comienza una nueva etapa profesional en la universidad. Con fecha de 30 de mayo de 2022 he sido nombrado Subdirector del Departamento de Estudios Ingleses: Lingüística y Literatura, junto con dos personas excepcionales (Eusebio de Lorenzo, el Director, y Rebeca Gualberto @rebecaa.gv, la Secretaria Académica) y extremadamente trabajadoras con las que tengo el inmenso placer (y el lujo) de trabajar. Hemos creado entre los tres un gran equipo que ya ha demostrado funcionar bastante bien durante las primeras semanas en las que llevamos trabajando juntos.

Esta nueva andadura supone un gran reto que asumo con mucha ilusión, mucha responsabilidad y mucho compromiso, con la única intención (conjunta con mis otrxs dos compañerxs) de mejorar la situación del departamento, la situación de lxs compañerxs y de las condiciones laborales de lxs mismxs (especialmente de lxs más precarixs), de lxs estudiantes y de su avance en el ámbito cultural, social y docente de la facultad y de mejorar, también, la docencia e investigación en todos los contextos educativos en los que el departamento está involucrado, empezando por la misma Facultad. Pretendo aportar mi granito de arena para consolidar, en definitiva, la fuerza del departamento en la Facultad de Filología, en la Universidad Complutense de Madrid y, por qué no, también, fuera de nuestra universidad y poder seguir manteniéndonos en un estatus similar al de otros departamentos de lenguas.

Gracias a Eusebio y a todxs lxs compañerxs del departamento por la confianza depositada en mí para desempeñar este papel en los próximos años. Con esa ilusión, responsabilidad y compromiso con la que comienzo espero hacerlo lo mejor posible.

Curso sobre traducción y accesibilidad en los medios audiovisuales.

«Traducción y accesibilidad en los medios audiovisuales: perspectivas teóricas y prácticas».

Curso presencial en febrero de 2022 para la Escuela Complutense de Invierno, como actividad del Grupo de Investigación UCM Traducción, Traducción Audiovisual (TAV) y Accesibilidad Lingüística (AL) (TRADAVAL) (970828). El curso pretende ser una aproximación e inmersión al concepto de la accesibilidad dentro del campo de la traducción audiovisual y de los medios audiovisuales desde diferentes perspectivas y áreas: universitaria y profesional. Este curso se llevará a cabo durante cinco días y contará con la participación de profesorado universitario especializado y profesionales activos que presentarán, dentro de su área de especialización, la accesibilidad dentro de los medios audiovisuales y su traducción así como las herramientas y dispositivos que hacen que sean comprensibles y utilizables en distintos entornos. Se contará con seminarios y talleres prácticos para la realización del mismo.

Más información sobre el curso en en la página web de la Escuela Complutense de Invierno para el programa, la matriculación y la solicitud de ayudas: https://www.ucm.es/eci//cursoecid05-pre y en el programa adjunto.

Feliz cumpleaños, Håp.

Hoy, por fin, una buena noticia: es el primer cumpleaños de Håp. Un año ya desde que apareció en mi vida. Un año de mucho amor, de mucho cariño, de mucho cuidado, de absoluta lealtad, de muchas sonrisas, de muchos momentos felices, de muchos juegos… feliz cumpleaños, mi querido y amado Håp.

Gracias por existir. Gracias por lo que me has dado en este último año, tan duro como el anterior. Por muchísimos años más. Por muchísimos cumpleaños más. Por muchísimo más amor y lealtad. Al menos, tú y yo juntos.

Te quiero, Håp. Te quiero con toda mi alma.

¡Felicidades, mi chiquitín!

LEAD-ME COST Winter Training School

New LEAD-ME COST Winter Training School.

November 15-17, 2021

Facultad de Filología, UCM

juanpe@ucm.es

https://lead-me-cost.eu/events/leadme-events/

El CNLSE cumple 10 años como centro asesor y de referencia en lengua de signos española

El Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española (CNLSE), del Real Patronato sobre Discapacidad, celebra su décimo aniversario como centro asesor y de referencia en lengua de signos española.

Constituido por la Ley 27/2007, de 23 de octubre, con la finalidad de investigar, fomentar, difundir y velar por el buen uso de la lengua, observada la transversalidad en las políticas y líneas de acción en cualquiera de los ámbitos de actuación pública, y el Real Decreto 921/2010, de 16 de julio, que establece su regulación, vio la luz casi tres años después de la aprobación de esta ley, comenzando así su andadura el 1 de junio de 2011.

El CNLSE atesora la lengua de signos española como parte de los bienes del patrimonio lingüístico y cultural general, y vela para que los intereses de la comunidad signante sean tomados en consideración con el objeto de garantizar sus derechos lingüísticos.

Audiodescripción: atrápala si puedes

Audiodescribir un contenido, que conlleva el análisis del mismo, elaboración de un guión y la posterior locución, para, por fin, emitirlo y guardarlo en un cajón indica en qué lugar quedamos los espectadores ciegos

Nuria del Saz

@ndelsaz

9 de enero de 2021 22:55h

A menudo me valgo de este atril escrito para reclamar la accesibilidad de los medios audiovisuales. En concreto, más contenido audiodescrito en televisión. Películas, documentales, series y, cómo no, programas. Uno no es consciente de lo que se pierde hasta que lo prueba.

La pasada Nochevieja, pusimos La Primera en casa para ver las campanadas. Se da la circunstancia de que estrenábamos televisor. Al instalarlo, mi marido le dejó activada la opción de la audiodescripción y nos habíamos olvidado del tema. Mi consumo de televisión se circunscribe a algunos informativos y poco más. Además, hace tiempo que renuncié a ver la televisión en el televisor. No sé en sus casas, pero en la mía hay varios mandos y mi cabeza no da para memorizar su funcionamiento. El friquismo de mi familia es tema aparte, pero el televisor no es ese aparato que se usa solo para ver la tele, sino que está hiperconectado a otros tantos cacharros que a mí no me interesan nada por su falta de accesibilidad. Así que hace tiempo que prácticamente solo consumo televisión en el móvil. La verdad. Es tan cómodo hacer un gesto sobre la pantalla del Smartphone y ver una serie o una película. Por no mencionar que, a veces, las plataformas como Netflix ofrecen una versión con audiodescripción. Casi siempre en inglés o español latino, como la de los Bridgerton, que me la vi enterita como antaño las películas, con ese acento latino neutro. Pero es lo que hay, pese a que la Ley General de la Comunicación Audiovisual nos reconoce el derecho a las personas ciegas al acceso universal a la comunicación audiovisual de acuerdo con las posibilidades tecnológicas, que hoy por hoy son todas, si no, que se lo digan a Netflix.

Este año tenía especial empeño en ver el programa de Nochevieja de José Mota. Para mi deleite, observamos que ofrecía versión audiodescrita. Una gozada poder disfrutar de un espacio de humor de forma accesible. Pero ya saben que en las cenas de Nochevieja, a menos que uno esté solo, a lo más que se puede aspirar es a tener la tele de fondo. Así que me las prometí muy felices. Ya me veía el uno de enero, arrebujadita en el sofá, pasando una tarde estupenda con José Mota y su sutil agudeza.

No hay comparación entre ver un programa de humor sin audiodescripción y el mismo programa audiodescrito. 

Todo era demasiado hermoso para ser verdad. El programa, y los de los últimos años, estaba disponible en la televisión a la carta de TVE, pero ni rastro de la versión audiodescrita. Probé en Youtube. El propio José Mota sube a su canal el programa, pero, una vez más, ni rastro de la audiodescripción.

En vista de mi incapacidad para encontrar el programa, escribí directamente por Twitter a los de Televisión Española. Aún resuena el eco de mi pregunta. Debe ser que no hay nadie al otro lado para, al menos, ofrecer una respuesta.

Me duele no solo el silencio del ente público. Me duele que la accesibilidad se desprecie de esa forma. La Ley 7/2010 de Comunicación Audiovisual obliga a las televisiones a ofrecer al menos dos horas a la semana de contenido audiodescrito. Consigna expresamente que los poderes públicos y los prestadores del servicio fomentarán el disfrute pleno de dicho contenido para evitar cualquier repercusión negativa. Justo. Pero el desinterés por las audiencias con discapacidad visual es patente con estas malas prácticas. Generar la audiodescripción tiene un coste económico y un enorme impacto en la autonomía de las personas ciegas. Audiodescribir un contenido, que conlleva el análisis del mismo, elaboración de un guión y la posterior locución, para, por fin, emitirlo y guardarlo en un cajón indica en qué lugar quedamos los espectadores ciegos. ¿La accesibilidad? ¿La audiodescripción? Atrápala si puedes.

https://www.eldiario.es/retrones/audiodescripcion-atrapala-si-puedes_132_6735873.html

Pero ojalá estuvieran

Javier Marías

El País, 9 ENE 2021 – 23:46 CET

https://elpais.com/elpais/2021/01/04/eps/1609781495_830952.html

A mi madre la recuerdo escribiendo y leyendo, poesía de Machado, Juan Ramón, Lope, cuando le quedaba tiempo

Esta columna (mis disculpas por el sesgo melancólico) la empiezo el 15 de diciembre, día en que se cumplen 15 años de la muerte de mi padre. Dentro de 9 días más, el 24, se cumplirán 43 de la de mi madre. Imaginarán que hace ya mucho que para mí es un mes fatídico, y estoy acostumbrado a que las fiestas navideñas no existan. Mi madre no murió en Nochebuena, sino en la anterior madrugada. A partir de entonces la familia se dispersaba: los hermanos que la tenían propia, se quedaban con sus hijos. Los que no, y el padre, nos íbamos a casas de amigos, a lo que Benet (que me acogió durante un tiempo) llamaba “cenas de huerfanitos”; o bien nos reuníamos con algún soltero o soltera, veíamos una buena película, tomábamos las uvas, charlábamos, reíamos. No fueron malas Navidades. Tampoco lo serán, por tanto, las actuales: conozco las celebraciones solitarias o en las que era un “recogido”. Claro que en las últimas décadas varió la cosa. En Nochebuena me reunía con hermanos y sobrinos, en Nochevieja estaba con mi mujer en otro sitio. Esta vez andaremos separados, pero no en el pensamiento.

Pero quería rememorar un poco a mis padres, porque ya se aleja el momento en que desaparecieron. Mucho más en el caso de mi madre, a la que recuerdo a la vez con extrema nitidez y bruma, hace tanto que no la veo. Tanto que soy unos años mayor que ella, yo tenía 26 en 1977, 54 en 2005, en tal fecha como hoy. Así, hace menos que no veo a mi padre, y además lo seguí viendo durante los 28 años que transcurrieron entre una y otra muerte. De él guardo un montón de imágenes sin ella, de ella pocas sin él. De hecho, la desolación de mi padre fue tal que en 1978 regresé a Madrid, y a su casa, para hacerle algo de compañía (entonces quedábamos solteros los dos hijos menores, Álvaro y yo, y él se casó en 1982). Así que me quedé en la casa familiar, y a los entrevistadores que me preguntaban al respecto les contestaba la verdad: en realidad compartimos piso, como dos solteros o dos viudos, y cada uno habita su zona. Pero coincidíamos, ya lo creo. No sólo al almuerzo (claro, no en las épocas en que viví en Oxford, Venecia o Massachusetts). Él procuró estar siempre activo y en su viudez escribió numerosos libros. Si le preguntaban de dónde sacaba los ánimos, contestaba: “De ella. Tengo la sensación de que se los debo a ella, estos libros. De que le habría gustado que los escribiera”. También viajaba con frecuencia a sus cursos y conferencias, y supongo que el ímpetu lo sacaba también de lo mismo. Y leía, o releía a sus favoritos de antaño: todo Sherlock Holmes, todo Simenon (desde los años 60 le oí afirmar que merecía el Nobel más que nadie), muchos Dumas. Y tras cada relectura escribía artículos sobre ellos, o sobre Baroja o Valle. Dos son las principales imágenes de mi padre: ante la máquina y sentado en su sillón con un volumen en las manos y las gafas quitadas. Y hablábamos mucho, me contaba, le contaba. En política tendíamos al desacuerdo, y a veces me miraba con una especie de lástima comprensiva y resignada, acaso la misma que le dedicaba yo a él, desde la impertinencia de mi mucha menor edad y mayor vehemencia. Ambas cosas se me han corregido, la primera totalmente, la segunda en parte. A mi madre también la recuerdo escribiendo y leyendo, poesía de Machado, Juan Ramón, Garcilaso, Lope, cuando le quedaba tiempo. Pero mi memoria está más centrada en mi infancia, y sé que cuatro niños dan inmensa tarea. Nos llevaba al colegio por la mañana, demasiado abrigados en invierno (antes de entrar nos quitábamos apresuradamente las bufandas de la cara, no nos vieran así los compañeros); nos recogía a la salida sin falta. Al haber perdido al primogénito, vivió siempre temerosa por la suerte de sus otros niños, hasta el punto de que pretendía que, en verano, fuéramos a nadar al Duero provistos de minialbornoces para después del baño. Huelga decir que jamás nos los pusimos. Ahora que soy mayor, lamento sus preocupaciones, su angustia, y por supuesto los numerosos disgustos que le di, desde niño y hasta mis 26, cuando todavía era “un calavera”. Es lo que me llamó una noche —tendría yo 17— al verme llegar a las tantas con los zapatos en la mano para no despertarla: “No te da vergüenza, la viva imagen de un calavera de chiste”. En realidad mi precaución era superflua: creo que nunca se durmió del todo hasta sabernos a los cuatro en casa. Hoy veo a madres iguales, que nunca descansan temiendo por sus hijos e hijas y por los disparates en que incurrimos todos en la juventud. Me inspiran cariño y pena. No quiero imaginarme sus padecimientos en este 2020. Mi padre habría sido otra cosa: habría sido prudente, pero no se habría arredrado. Ojo, tampoco ella (los dos atravesaron la Guerra en el Madrid peligroso de bombardeos y “paseos”, él con uniforme republicado a ratos): habría sufrido por sus niños, si en 2020 hubiéramos sido niños. Mi padre lo habría pasado fatal viendo la situación política, los intentos de destrucción de lo más logrado de nuestra infortunada historia, el encono que prevalece hasta sobre la peor epidemia, la cual nada importa a nuestros dirigentes, dedicados a colocar sus piezas, sólo a eso. Mi padre y mi madre ya no están, ya no sufren. Algo es algo. Pero ojalá estuvieran.