New LEAD-ME COST Winter Training School.
November 15-17, 2021
Facultad de Filología, UCM
juanpe@ucm.es
https://lead-me-cost.eu/events/leadme-events/
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Audiodescribir un contenido, que conlleva el análisis del mismo, elaboración de un guión y la posterior locución, para, por fin, emitirlo y guardarlo en un cajón indica en qué lugar quedamos los espectadores ciegos
9 de enero de 2021 22:55h
A menudo me valgo de este atril escrito para reclamar la accesibilidad de los medios audiovisuales. En concreto, más contenido audiodescrito en televisión. Películas, documentales, series y, cómo no, programas. Uno no es consciente de lo que se pierde hasta que lo prueba.
La pasada Nochevieja, pusimos La Primera en casa para ver las campanadas. Se da la circunstancia de que estrenábamos televisor. Al instalarlo, mi marido le dejó activada la opción de la audiodescripción y nos habíamos olvidado del tema. Mi consumo de televisión se circunscribe a algunos informativos y poco más. Además, hace tiempo que renuncié a ver la televisión en el televisor. No sé en sus casas, pero en la mía hay varios mandos y mi cabeza no da para memorizar su funcionamiento. El friquismo de mi familia es tema aparte, pero el televisor no es ese aparato que se usa solo para ver la tele, sino que está hiperconectado a otros tantos cacharros que a mí no me interesan nada por su falta de accesibilidad. Así que hace tiempo que prácticamente solo consumo televisión en el móvil. La verdad. Es tan cómodo hacer un gesto sobre la pantalla del Smartphone y ver una serie o una película. Por no mencionar que, a veces, las plataformas como Netflix ofrecen una versión con audiodescripción. Casi siempre en inglés o español latino, como la de los Bridgerton, que me la vi enterita como antaño las películas, con ese acento latino neutro. Pero es lo que hay, pese a que la Ley General de la Comunicación Audiovisual nos reconoce el derecho a las personas ciegas al acceso universal a la comunicación audiovisual de acuerdo con las posibilidades tecnológicas, que hoy por hoy son todas, si no, que se lo digan a Netflix.
Este año tenía especial empeño en ver el programa de Nochevieja de José Mota. Para mi deleite, observamos que ofrecía versión audiodescrita. Una gozada poder disfrutar de un espacio de humor de forma accesible. Pero ya saben que en las cenas de Nochevieja, a menos que uno esté solo, a lo más que se puede aspirar es a tener la tele de fondo. Así que me las prometí muy felices. Ya me veía el uno de enero, arrebujadita en el sofá, pasando una tarde estupenda con José Mota y su sutil agudeza.
No hay comparación entre ver un programa de humor sin audiodescripción y el mismo programa audiodescrito.
Todo era demasiado hermoso para ser verdad. El programa, y los de los últimos años, estaba disponible en la televisión a la carta de TVE, pero ni rastro de la versión audiodescrita. Probé en Youtube. El propio José Mota sube a su canal el programa, pero, una vez más, ni rastro de la audiodescripción.
En vista de mi incapacidad para encontrar el programa, escribí directamente por Twitter a los de Televisión Española. Aún resuena el eco de mi pregunta. Debe ser que no hay nadie al otro lado para, al menos, ofrecer una respuesta.
Me duele no solo el silencio del ente público. Me duele que la accesibilidad se desprecie de esa forma. La Ley 7/2010 de Comunicación Audiovisual obliga a las televisiones a ofrecer al menos dos horas a la semana de contenido audiodescrito. Consigna expresamente que los poderes públicos y los prestadores del servicio fomentarán el disfrute pleno de dicho contenido para evitar cualquier repercusión negativa. Justo. Pero el desinterés por las audiencias con discapacidad visual es patente con estas malas prácticas. Generar la audiodescripción tiene un coste económico y un enorme impacto en la autonomía de las personas ciegas. Audiodescribir un contenido, que conlleva el análisis del mismo, elaboración de un guión y la posterior locución, para, por fin, emitirlo y guardarlo en un cajón indica en qué lugar quedamos los espectadores ciegos. ¿La accesibilidad? ¿La audiodescripción? Atrápala si puedes.
https://www.eldiario.es/retrones/audiodescripcion-atrapala-si-puedes_132_6735873.html
El País, 9 ENE 2021 – 23:46 CET
https://elpais.com/elpais/2021/01/04/eps/1609781495_830952.html
A mi madre la recuerdo escribiendo y leyendo, poesía de Machado, Juan Ramón, Lope, cuando le quedaba tiempo
Esta columna (mis disculpas por el sesgo melancólico) la empiezo el 15 de diciembre, día en que se cumplen 15 años de la muerte de mi padre. Dentro de 9 días más, el 24, se cumplirán 43 de la de mi madre. Imaginarán que hace ya mucho que para mí es un mes fatídico, y estoy acostumbrado a que las fiestas navideñas no existan. Mi madre no murió en Nochebuena, sino en la anterior madrugada. A partir de entonces la familia se dispersaba: los hermanos que la tenían propia, se quedaban con sus hijos. Los que no, y el padre, nos íbamos a casas de amigos, a lo que Benet (que me acogió durante un tiempo) llamaba “cenas de huerfanitos”; o bien nos reuníamos con algún soltero o soltera, veíamos una buena película, tomábamos las uvas, charlábamos, reíamos. No fueron malas Navidades. Tampoco lo serán, por tanto, las actuales: conozco las celebraciones solitarias o en las que era un “recogido”. Claro que en las últimas décadas varió la cosa. En Nochebuena me reunía con hermanos y sobrinos, en Nochevieja estaba con mi mujer en otro sitio. Esta vez andaremos separados, pero no en el pensamiento.
Pero quería rememorar un poco a mis padres, porque ya se aleja el momento en que desaparecieron. Mucho más en el caso de mi madre, a la que recuerdo a la vez con extrema nitidez y bruma, hace tanto que no la veo. Tanto que soy unos años mayor que ella, yo tenía 26 en 1977, 54 en 2005, en tal fecha como hoy. Así, hace menos que no veo a mi padre, y además lo seguí viendo durante los 28 años que transcurrieron entre una y otra muerte. De él guardo un montón de imágenes sin ella, de ella pocas sin él. De hecho, la desolación de mi padre fue tal que en 1978 regresé a Madrid, y a su casa, para hacerle algo de compañía (entonces quedábamos solteros los dos hijos menores, Álvaro y yo, y él se casó en 1982). Así que me quedé en la casa familiar, y a los entrevistadores que me preguntaban al respecto les contestaba la verdad: en realidad compartimos piso, como dos solteros o dos viudos, y cada uno habita su zona. Pero coincidíamos, ya lo creo. No sólo al almuerzo (claro, no en las épocas en que viví en Oxford, Venecia o Massachusetts). Él procuró estar siempre activo y en su viudez escribió numerosos libros. Si le preguntaban de dónde sacaba los ánimos, contestaba: “De ella. Tengo la sensación de que se los debo a ella, estos libros. De que le habría gustado que los escribiera”. También viajaba con frecuencia a sus cursos y conferencias, y supongo que el ímpetu lo sacaba también de lo mismo. Y leía, o releía a sus favoritos de antaño: todo Sherlock Holmes, todo Simenon (desde los años 60 le oí afirmar que merecía el Nobel más que nadie), muchos Dumas. Y tras cada relectura escribía artículos sobre ellos, o sobre Baroja o Valle. Dos son las principales imágenes de mi padre: ante la máquina y sentado en su sillón con un volumen en las manos y las gafas quitadas. Y hablábamos mucho, me contaba, le contaba. En política tendíamos al desacuerdo, y a veces me miraba con una especie de lástima comprensiva y resignada, acaso la misma que le dedicaba yo a él, desde la impertinencia de mi mucha menor edad y mayor vehemencia. Ambas cosas se me han corregido, la primera totalmente, la segunda en parte. A mi madre también la recuerdo escribiendo y leyendo, poesía de Machado, Juan Ramón, Garcilaso, Lope, cuando le quedaba tiempo. Pero mi memoria está más centrada en mi infancia, y sé que cuatro niños dan inmensa tarea. Nos llevaba al colegio por la mañana, demasiado abrigados en invierno (antes de entrar nos quitábamos apresuradamente las bufandas de la cara, no nos vieran así los compañeros); nos recogía a la salida sin falta. Al haber perdido al primogénito, vivió siempre temerosa por la suerte de sus otros niños, hasta el punto de que pretendía que, en verano, fuéramos a nadar al Duero provistos de minialbornoces para después del baño. Huelga decir que jamás nos los pusimos. Ahora que soy mayor, lamento sus preocupaciones, su angustia, y por supuesto los numerosos disgustos que le di, desde niño y hasta mis 26, cuando todavía era “un calavera”. Es lo que me llamó una noche —tendría yo 17— al verme llegar a las tantas con los zapatos en la mano para no despertarla: “No te da vergüenza, la viva imagen de un calavera de chiste”. En realidad mi precaución era superflua: creo que nunca se durmió del todo hasta sabernos a los cuatro en casa. Hoy veo a madres iguales, que nunca descansan temiendo por sus hijos e hijas y por los disparates en que incurrimos todos en la juventud. Me inspiran cariño y pena. No quiero imaginarme sus padecimientos en este 2020. Mi padre habría sido otra cosa: habría sido prudente, pero no se habría arredrado. Ojo, tampoco ella (los dos atravesaron la Guerra en el Madrid peligroso de bombardeos y “paseos”, él con uniforme republicado a ratos): habría sufrido por sus niños, si en 2020 hubiéramos sido niños. Mi padre lo habría pasado fatal viendo la situación política, los intentos de destrucción de lo más logrado de nuestra infortunada historia, el encono que prevalece hasta sobre la peor epidemia, la cual nada importa a nuestros dirigentes, dedicados a colocar sus piezas, sólo a eso. Mi padre y mi madre ya no están, ya no sufren. Algo es algo. Pero ojalá estuvieran.
Desde el último fin de semana de junio, en Madrid y en el resto del territorio nacional, hemos entrado en la «nueva normalidad». Nueva normalidad, ¿para quién? Para muchxs de nosotrxs –especialmente para las víctimas de la covid-19 y para aquellxs que hemos perdido a seres queridos– nada será «normal» a partir de ahora. No puede haber normalidad cuando todavía podemos contagiarnos, cuando el virus no se ha marchado y cuando no hay ni siquiera una vacuna para combatirlo.
Durante estos cuatro meses muchas cosas han pasado a mi alrededor. Sin duda, la más dolorosa, trágica y que más me ha marcado para el resto de mi vida, ha sido la muerte de mi padre a causa de la covid-19. Esta es la principal razón por la que no he participado apenas en las redes sociales durante este tiempo: la incapacidad, la falta de ganas y de fuerzas para poder decir nada en Facebook o en Instagram.
Pero, también, otra de las razones, sobre todo en lo que respecta a posicionamientos y opiniones políticas, ha sido que desde el principio me propuse no «entorpecer», no «atacar», «no criticar» las acciones que tanto el Gobierno como las autoridades sanitarias estaban llevando a cabo. No era momento de poner «palos en las ruedas» a aquellxs que estaban intentando controlar la pandemia, controlar el virus, salvar la mayor cantidad de vidas posibles y ayudar a la mayor cantidad de personas posibles. Algo que, desgraciadamente, la oposición indecente, rastrera y obscena del Partido Popular, de Vox y de Ciudadanos (en menor medida, pero también) no ha hecho en ningún momento. Y así me he mantenido hasta el momento. Y me he tenido que morder mucho, muchísimo la lengua cuando veía cómo la ultra derecha del Partido Popular y de Ciudadanos y la ultra-ultra derecha de Vox han utilizado la muerte de ciudadanos como mi padre para tumbar al Gobierno de coalición a toda costa, sin importar el sufrimiento de los demás, sin importar el daño que sus ataques, sus bulos, sus mentiras, su insensibilidad y sus manipulaciones estaban provocando en muchxs de nosotrxs. Y junto a ellxs, toda la caverna mediática que, como voceros de lxs fascistas, han seguido a pies juntillas las indicaciones del tripartito de ultraderecha.
Ahora ya sí puedo (y quiero) hablar No porque tenga más fuerzas que antes, que no las tengo. Pero sí quiero decir ya alto y claro que responsabilizo de la muerte de mi padre directamente al Partido Popular. Por un lado, al Partido Popular de la Comunidad de Madrid (desde los gobiernos del megalómano y corrupto Ruiz Gallardón, a la impresentable, inepta y mentirosa Ayuso, pasando por lxs corruptxs y ladronxs Aguirre, González y Cifuentes), en los últimos años con la complicidad de Ciudadanos y de Voz, y, por otro lado, al Partido Popular nacional –sobre todo durante los gobiernos de Mariano Rajoy– por los recortes indecentes, abusivos, injustos, destructivos, vergonzosos y escandalosos que aplicaron a la Sanidad pública española y, en concreto, a la sanidad pública madrileña.
Cuando durante todos los años del gobierno de Rajoy y del PP de la Comunidad de Madrid, la Marea Blanca con miles de sanitarios salió a la calle, con el apoyo en las manifestaciones de muchxs de nosotrxs, gritando y denunciando que «los recortes en sanidad matan», no era un slogan como otro cualquiera: ellxs, el personal sanitario que vive con las enfermedades diariamente y conoce como nadie la situación en los hospitales y en los centros de salud, sabía perfectamente que los tijeretazos y las privatizaciones en la Sanidad pública iban a traducirse en muertes, en falta de atención, en colapsos en los hospitales, en falta de recursos, en falta de personal… Ellxs y muchxs de nosotrxs gritábamos «los recortes en sanidad matan». Y los recortes han matado. Han matado a miles de madrileñxs, entre ellos mi padre. Por eso os responsabilizo, gobiernos populares del Estado y de la CAM, de la muerte de mi padre. Nunca os perdonaré que hayáis primado el dinero, el robo sistemático de las arcas públicas, las ayudas a vuestros «amiguitos» en las privatizaciones, a la salud pública a la que toda la ciudadanía tiene derecho. Recortasteis en personal sanitario, recortasteis en medios, recortasteis en prestaciones públicas… Sois la vergüenza de la política española y europea. Vuestra actitud destructiva durante todos vuestros gobiernos y ahora, durante estos meses de pandemia y confinamiento, es deplorable y repugnante. Sois de las peores lacras que podemos sufrir en este país, vosotrxs y vuestrxs amigxs fascistas de Vox y, en menor medida, pero también, de Ciudadanos. Como tripartito de derechas no habéis hecho más que daño a este país y, desafortunadamente, me temo que lo seguiréis haciendo porque lo único que os interesa es obtener réditos políticos, hasta de los muertos. Me producís desprecio, asco y repulsa. Espero que la justicia, por un lado, y la historia, por otro, os ponga en el lugar al que pertenecéis: la vergüenza de haber provocado, por vuestra inacción en la financiación de la Sanidad pública madrileña y en las residencias de mayores madrileñas, la muerte de muchxs ciudadanxs, incluyendo, repito, la muerte de mi padre.
No siento odio. Solo puedo sentir desprecio, asco y repulsa por vosotrxs. Y ese desprecio, ese asco y esa repulsa permanecerán conmigo siempre.
El Gobierno tendrá que asumir sus responsabilidades por los errores que se han cometido, claro, sin lugar a dudas. Estoy convencido, de todos modos, de que las cosas hubieran sido todavía peores si un tripartito fascista de derechas hubiera estado en el Gobierno central, por muchos errores que el Gobierno de coalición haya cometido (que los ha cometido) y por los que tendrán que dar respuesta cuando sea el momento de hacerlo. Agradezco, de todos modos, la voluntad de este Gobierno para solucionar lo mejor posible algo para lo que nadie estaba preparado, ni gobiernos ni ciudadanxs.
Y agradezco, ahora sí, todas las muestras de afecto, de cariño, de comprensión, de apoyo, de calor y de amor que he recibido durante todos estos meses tan dolorosos, desde el día del fallecimiento de mi padre hasta estos momentos. Y los que continúan con ese afecto, con ese cariño, con esa comprensión, con ese apoyo incondicional, con ese calor y con tanto, tanto amor que sigo recibiendo a día de hoy. Solo puedo sentir agradecimiento a todxs vosotrxs. Solo puedo agradecer no dejarme caer ni abandonarme, a pesar de la «soledad impuesta» durante todos estos meses de confinamiento.
Lxs que no tendrán que asumir ningún tipo de responsabilidades son lxs únicxs que durante todo este tiempo han luchado desinteresadamente por lxs demás, han luchado por salvar vidas, arriesgando sus propias vidas por salvar las de lxs demás, han llorado y sufrido por aquellas vidas, como la de mi padre, que no pudieron salvar. El personal sanitario y todxs lxs trabajadores de hospitales, centros de salud, UVIS móviles y atención sanitaria. Por vosotrxs, no puedo sentir más que gratitud infinita y todo mi apoyo, ahora y siempre. Seguiré luchando por vosotrxs y por mejorar vuestras condiciones sociales y laborales porque, indirectamente, vuestras reivindicaciones y mejoras supondrán mejoras para el resto de la ciudadanía.
Y también agradezco a aquellxs con lxs que he compartido los aplausos de las 8 de la tarde todos los días, lxs vecinxs, aquellxs que ni siquiera conocía, lxs que han trabajado durante todos estos meses porque pudiéramos alimentarnos en los supermercados, por lxs que han trabajado para que las tiendas pudieran estar abiertas, por lxs que han trabajado y atendido en las farmacias, por el personal de limpieza, por lxs trabajadorxs que han llevado productos de todo tipo a las casas, también arriesgando sus vidas por todxs lxs demás que estábamos confinados, por todxs lxs trabajadorxs públicxs. Y por toda aquella ciudadanía que ha respetado el confinamiento y que sigue respetando las normas y obligaciones que todxs tenemos para controlar la pandemia.
Una «nueva normalidad» para algunxs. Una situación distinta para otrxs. Nada será normal, nada será igual a partir de ahora. Al menos, para algunxs de nosotrxs.
Seguiré gritando que los recortes en Sanidad matan.
Por ti, papá, y por todxs lxs que han fallecido como tú.
CLARO QUE PODÍAMOS 🙂
Comienza la «subasta» de seres humanos en la Unión Europea… como si fueran objetos, como si no estuviéramos hablando de personas, sino de cosas. Absolutamente vergonzoso el «mercadeo» de seres humanos por parte de los Gobiernos europeos. ¿Dónde está la humanidad de los políticos europeos? ¿Dónde?
Las universidades públicas ganan en investigación e innovación
PILAR ÁLVAREZ Madrid 16 MAR 2015 – 20:45 CET
Los campus públicos españoles investigan y producen innovación y desarrollo tecnológicos en mayor medida que las universidades privadas. Estas últimas, en cambio, destacan en docencia. Son algunas de las conclusiones del informe U-Ranking que en su tercera edición ha incorporado 11 campus privados para analizar la producción de sus facultades en relación con los medios que emplean para ello.
Frente a las grandes clasificaciones internacionales que analizan sobre todo las variables de investigación y en las que solo figuran en puestos intermedios los centros públicos españoles, el informe de laFundación BBVA presentado este lunes analiza también aspectos mesurables de la docencia. Se fija, por ejemplo, en el número de profesores o la cantidad de presupuesto por cada alumno, el número de doctores por cada 100 estudiantes, la tasa de éxito (asignaturas aprobadas) o de abandono (cuántos estudiantes dejan la carrera antes de acabarla).
Entre las conclusiones, destaca que las universidades públicas son más productivas en general que las privadas y encabezan los resultados sobre todo en investigación y transferencia tecnológica frente a las privadas, que en docencia superan la media en un 10% y ocupan siete de los 11 primeros puestos de la clasificación.
La Universidad de Barcelona (pública) sobresale como la más productiva en investigación, seguida de otras dos catalanas —la Politécnica de Cataluña y la Pompeu Fabra—, según el trabajo elaborado con el IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y con expertos en evaluación de 12 universidades españolas.
La tercera edición del U-Ranking incluye por primera vez 11 universidades privadas (de un total de 30)
En productividad docente, comparten el primer puesto las privadas de Deusto y Navarra, seguidas de la Pompeu Fabra y Ramon Llull, que coinciden en puntuación en el segundo lugar (ver cuadro superior). Las mejores en innovación y desarrollo tecnológicos son la Politécnica de Cataluña y la Politécnica de Valencia.
Las 14 universidades con más investigación son públicas, en un listado en el que solo dos universidades privadas aparecen entre las 25 primeras, situándose un 40% por debajo de la media del sistema. Ocho de las 10 primeras en desarrollo tecnológico e innovación son públicas frente a un nivel medio de productividad de las privadas un 20% inferior.
Por comunidades, Cataluña, Navarra, Cantabria, la Comunidad Valenciana, Madrid y las Islas Baleares son las regiones que superan la media de productividad. Francisco Pérez, director del trabajo y catedrático de la Universidad de Valencia, destacó que la diferencia es directamente achacable a las políticas de cada región: “No todas tienen los mismos recursos ni gastan en universidades con igual intensidad”.
La tercera edición del U-Ranking incluye por primera vez 11 de las 30 universidades privadas que se suman a 48 de los 52 campus públicos españoles. Para el trabajo emplea 25 indicadores y solo ha puntuado a aquellos centros que disponen de datos de al menos 18 de ellos.
El trabajo señala que los recortes en plantilla y recursos —un 5,8% menos de personal entre 2010 y 2013 y 600 millones de euros menos en recursos, según los investigadores— han afectado al volumen de productividad en las universidades públicas respecto a la edición del año pasado. Destaca un descenso de la producción en un tercio de las universidades públicas —16 empeoran, 27 lo mantienen y 5 lo mejoran— y lo achaca al menor presupuesto sobre todo en actividades de investigación y transferencia (innovación tecnológica).
Francisco Pérez explicó que las universidades necesitan una financiación estable para funcionar y recordó que sus recursos suponen un 1,3% del PIB frente al 1,4% de media de los países de la UE. El trabajo recalca que “las importantes diferencias existentes en las posiciones” en función de cada una de las tres variables “advierten del sesgo que pueden generar los rankings generales que se basan solo, o fundamentalmente, en indicadores de investigación”.
.. que hay que superar y que hay que cambiar urgentemente en este país corrupto…
Oh
Fuck the ancient ways
They are heretofore
Show no claim
Oh
Got the time, won’t seek
They are oh still coming to beat the street
(At the station)
The city feeds us all like babes
And we’ve taken a bow (At the station)
Oh
Shape the fight of sound
Become beautifully bound
To pound
Oh
Fuck the ancient ways
They are ringing doorbells that let in my waste
(At the station)
The city needs us and all our rage
And surprise in your eyes (At the station)
What we need, this empire grows
Every stage we’ll find (At the station)
To be beaten by the weight of it
They are to be beaten by the weight (At the station)
Come in people and enjoy the glow
Every change we allow (At the station)
The city sees us all like babes
And we’ve taken a bow (At the station)
To be beaten by the weight of it
They are beaten by the weight (At the station)
Should we seek them for the sake of it?
Nay, we greet them right away
El Manifiesto + Formulario para firmar + Lista de personas firmantes
El colectivo “BDS Académico por Palestina” ha abierto una campaña de recogida de firmas y adhesiones de apoyo al siguiente manifiesto y a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel impulsada por la sociedad civil palestina en el año 2005. La campaña de BDS a Israel ha tenido un enorme crecimiento y se está erigiendo en la última alternativa para obligar a Israel a respetar los derechos de la población palestina y presionarle para que cumpla con las resoluciones de Naciones Unidas y la legalidad internacional.
El Manifiesto ya ha sido firmado por más de 1.200 profesores e investigadores (entre ellos cerca de 150 catedráticos/as y figuras como Josep Fontana, Miren Etxezerreta, Carlos Taibo, Arcadi Oliveres, etc.). Asimismo, 260 miembros del PAS y cientos de estudiantes han dado también su apoyo. Por otro lado, es importante resaltar que sindicatos de estudiantes, de trabajadores y profesores, grupos de investigación e, incluso, un Departamento de una universidad española se han adherido a nuestra campana. Es un apoyo sin precedentes en el continente Europeo y estamos seguros que la lista de firmantes no va a dejar de crecer. Aquí puede leerse el Manifiesto, firmar y ver la lista de firmantes:
http://pebai.wordpress.com/firma-el-manifiesto-lista-de-personas-firmantes/
Aquí pueden leerse dos artículos sobre nuestra campaña en la prensa. 1 y 2
Creemos que el mundo académico no puede mantenerse ajeno a este debate.En el último año el físico Stephen Hawking y hasta cuatro asociaciones académicas de los EEUU se han sumado al boicot académico como forma de apoyar el llamamiento hecho por la sociedad civil palestina el año 2005. Asimismo, la Unión Europea ha establecido un novedoso boicot de facto a toda colaboración con universidades y centro de investigación israelís situados en territorios ocupados.
Es importante resaltar que el BDS hace un llamamiento a romper con las INSTITUCIONES académicas israelíes como forma de presión política y no tiene como objetivo a los académicos de dicho país. En los siguientes enlaces, puede verse una explicación del BDS y de su crecimiento aquí, aquí, aquí y aquí. Asimismo, ya está disponible el libro “BDS por Palestina” con artículos de Judith Butler, John Berger, Angelga Davis entre otros. Aquí más información sobre el libro.
La campaña recoge firmas individuales (PDI, PIF, PAS, estudiantes) y tambiénde colectivos (véase el formulario), es decir, de sindicatos de estudiantes, de trabajadores, grupos y centros de investigación, departamentos, colegios profesionales, asociaciones científicas, etc.
El 15 de mayo del 2014, día de la Nakba, daremos una rueda de prensa y haremos la presentación pública de los resultados de la campaña en diferentes ciudades del Estado español. Asimismo, se hará llegar el Manifiesto y las adhesiones a los Rectores y a los responsables de la política universitaria del país.
La única vía para que las universidades españolas dejen de ser cómplices de un sistema de ocupación, colonización y Apartheid es sumando el máximo de apoyo posible.
¡Firma y difunde!
http://pebai.wordpress.com/firma-el-manifiesto-lista-de-personas-firmantes/
El Manifiesto y el formulario para firmar pueden encontrase en catalán, euskera, gallego e inglés en la siguiente entrada.
Correo electrónico de contacto: bdspbai@gmail.com. Si ya has firmado y no aparece tu nombre NO vuelvas a firmar por favor. Las firmas se actualizan cada cierto tiempo.
(información y fotos de @redesycalles)
Olvido, dos hijas. Tanto ella como su marido están en el paro. Acumulan una deuda de 435 euros con el Canal de Isabel II.
Marta, está pendiente de un proceso de desahucio.
Silvia, tiene dos hijas de 10 y 7 años y no puede pagar ni la luz ni el gas.
Carmen, jubilada. Tiene que salir adelante con una pensión de 365 euros que no le llega para hacer frente a sus gastos y que le obliga a ir cada 15 días al Banco de Alimentos a surtirse de lo más básico.
Juana, cobra 600 euros de una pensión de viudedad y con eso tiene que mantener a sus hijas y a sus tres nietas. El agua se la cortaron por falta de pago y le cobraron 75 euros por volver a engancharla.
Son solo algunos de los rostros de la crisis. De esa crisis económica, humanitaria y de valores que asola España y para la que aún no se vislumbra el fin.
Cinco mujeres con cinco historias y bagajes muy distintos que comparten un sentimiento común: la angustia por el futuro, la angustia por no saber si mañana tendrán dinero para comprar comida para su familia, o para pagar las facturas que se acumulan, o para saldar sus cuentas pendientes con el banco o con el casero.
Sus rostros protagonizan la campaña ‘Invisibles de Tetuán’, una iniciativa promovida por la Asamblea Popular de Tetuán, que trata de hacer visibles las situaciones de pobreza que se viven en los barrios y que son desoídas por las autoridades.
El movimiento nace el 27 de diciembre de 2013. Ese día el Ayuntamiento de Tetuán (Madrid) intenta precintar el local del Banco de Alimentos de la Asamblea de Tetuán del 15M. Ellos se niegan. Posteriormente se reúnen con representantes de ese consistorio que aseguran que “no ven” necesidades en el barrio. Ellos deciden hacerles ver la realidad que ignoran.
Retratos con semblante serio de estas cinco mujeres empiezan a empapelar las calles de este combativo barrio madrileño para visibilizar los casos que el consistorio “no ve” y concienciar de la necesidad de lucha por los derechos de todos los ciudadanos.
En apoyo del pueblo palestino. En contra del exterminio y del genocidio de un pueblo.
Porque están convirtiendo la zona en una escena de crímenes de guerra contra el pueblo palestino.
Israel quedará impune una vez más
por Luis Matías López
No importa que cientos de palestinos mueran en Gaza, que la mayoría sean civiles inocentes, que familias enteras sean masacradas, que las bombas caigan sobre un hospital, infraestructuras esenciales, la casa de un médico o la playa en la que unos niños juegan al fútbol. No importa que la franja, estrangulada económicamente ya antes de esta crisis, se haya convertido en una trampa mortal, en la que falta lo esencial y de la que solo un pasaporte extranjero permite escapar. No importa el tremendo desequilibrio entre las víctimas en uno y otro bando, que los cohetes rudimentarios que Hamás lanza contra territorio israelí parezcan simples petardos en comparación con el diluvio de fuego que cae sobre Gaza desde tierra, mar y aire. Ni siquiera importa ya demasiado a estas alturas que el motivo, el pretexto o el detonante de esta tormenta bélica, de esta guerra asimétrica, se remonte al injustificable y salvaje secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos inocentes.
Con ser importante, aterrador, nada de eso importa demasiado, porque de este disparate homicida Israel saldrá impune, como de costumbre, como en tantas ocasiones en el pasado, como cada vez que se salta la legalidad internacional, desoye las resoluciones de la ONU que instan a la devolución del territorio ocupado, levanta un infranqueable muro de la vergüenza que se adentra en lo que no le pertenece, detiene y encarcela sin juicio a centenares de sospechosos de terrorismo, destruye sus casas o roba territorio para multiplicar las colonias judías en una Cisjordania sin continuidad ni posibilidad práctica de servir de base para formar con Gaza un Estado palestino viable.
Todos estos muertos le saldrán gratis a Israel. O casi. Es cierto que el Estado hebreo está pagando en esta ocasión un precio superior al acostumbrado, con un número de bajas propias nunca antes visto en operaciones militares en la franja, más del doble ya de los 13 muertos de la operación Plomo Fundido de 2008-2009. A escala interna, esos escasos civiles y sobre todo las decenas de soldados caídos en lo que esta vez se ha bautizado como Margen Protector tienen una notable y polémica repercusión, suscitan algunas indignadas voces de protesta y rompen el mito de la práctica invulnerabilidad de las bien entrenadas y mejor equipadas tropas del Tsahal. Sin embargo, eso no basta para que se cuestione la “legitimidad” de la ofensiva militar por parte de la mayoría de la población, que ha llegado a aceptar la falacia de que su supervivencia depende de la continua demostración de una fuerza militar desproporcionada, aun a costa de convertir la guerra en un elemento consustancial con su vida cotidiana.
A nivel internacional, y con contadas excepciones, Israel es visto estos días por la opinión pública y por la mayoría de los editorialistas y articulistas de todo el mundo como un poder opresor, como un agresor que mata moscas a cañonazos, cuya crueldad oculta incluso la parte de razón que pudiera asistirle. La indignación y el horror son las notas predominantes. Las imágenes que muestran los telediarios y las primeras páginas de los periódicos, amplificadas por las redes sociales, recuerdan las que, durante la guerra de Vietnam o las de Yugoslavia, llegaron a los cuartos de estar de los hogares occidentales, socavaron las conciencias de los ciudadanos comunes y jugaron a favor de una negociación que frenó la sangría y condujo finalmente a la paz.
Sin embargo, y por desgracia, en este caso no ocurrirá lo mismo, y no ya tan solo porque la gente esté curada de espantos. No es escepticismo, sino casi una certeza. Se puede sostener con rotundidad, porque ésta no es una película de estreno, sino la enésima reposición de un clásico, con algunos retoques pero sin diferencias sustanciales en su argumento y desenlace. Como en el pasado, hay y habrá todavía mucho que rasgar de vestiduras, muchas iniciativas bienintencionadas, pero nadie hace todavía nada efectivo, ni es probable que lo haga, para sentar las bases de una solución global del conflicto entre palestinos e israelíes. Ni mucho menos para que los responsables de este disparate descomunal y homicida rindan cuentas y se sienten, por ejemplo, algún día, como presuntos criminales de guerra, en el banquillo de la Corte Penal Internacional.
El Gobierno de Netanyahu, como sus predecesores, cuenta con una garantía máxima que utiliza con una prepotencia que linda a veces con el chantaje: el respaldo incondicional de Estados Unidos, donde nadie —y mucho menos en la Casa Blanca o el Capitolio— se atreve a levantar una voz más alta que la otra ni a cuestionar la legitimidad de la operación militar israelí. Barack Obama lo ha dicho muy claro: aunque le duela el número de víctimas civiles, reconoce el derecho de Israel, su gran aliado estratégico en Oriente Próximo, a defenderse de los ataques de Hamás. Entre tanto, en una suprema muestra de cinismo disfrazada de generosidad, ha aprobado un paquete de 47 millones de dólares para ayudar a la reconstrucción de Gaza, una minucia que casi suena a burla comparada con los miles de millones de asistencia militar que entrega a Israel y que se utiliza ahora mismo para machacar la franja a bombazo limpio.
Únicamente el secretario de Estado, John Kerry, se ha salido un poco del guion, escandalizándose ante la desproporción de la respuesta a los cohetes de la milicia islamista, pero sólo cuando hablaba en privado sin percatarse de que había un micrófono abierto. De puertas afuera, su objetivo actual se dirige tan solo a limitar el alcance de la matanza y a promover un alto el fuego, pero ni siquiera se muestra equidistante de Israel y Hamás, sino que deja clara su convicción de que la responsabilidad última recae en el grupo islamista que controla Gaza.
En cuanto a la Unión Europea, que ve como saltan materialmente por los aires infraestructuras que ha financiado con miles de millones de euros, habla tan bajo que apenas se la oye. Ni siquiera, pese a sus comunicados conjuntos, logra ocultar que es incapaz de hablar con una sola voz. Se limita a clamar en el desierto, a pedir contención a Israel y a buscar la forma de que se alcance un alto el fuego que, aunque imprescindible para detener la matanza, dejaría sin resolver la cuestión esencial que ha desatado esta crisis… y que desatará probablemente las siguientes.
Tampoco puede la UE, como EE UU, alegar equidistancia, ya que insiste en mantener a Hamás en su lista negra de organizaciones terroristas (lo que, considerando los métodos, podría resultar comprensible), pero no se plantea hacer otro tanto con Israel (lo que sería más comprensible aún). Porque si condenable es que Hamás lance sus cohetes rudimentarios sobre pueblos y ciudades israelíes, amenazando vidas y propiedades de civiles, no lo son menos (sino más bien al contrario) los métodos brutales y delictivos del Estado hebreo, como la destrucción premeditada de viviendas e infraestructuras, o los numerosos asesinatos extrajudiciales, con una extraordinaria tendencia en ambos casos a causar víctimas colaterales. No en vano, tres de cada cuatro muertos en la ofensiva contra Gaza no tienen nada que ver con Hamás, y muchos de ellos son ancianos, mujeres y niños inocentes.
De España, mejor no hablar: pura palabrería sin sustancia. De Francia, ¿qué decir? Si acaso que lo que más parece preocupar al primer ministro Valls no es tanto la justificación que puedan tener los manifestantes antiisraelíes en las calles francesas como el temor a que resucite cierto antisemitismo latente, una obsesión en el país, herencia del sentimiento de culpa que se arrastra del colaboracionismo con los nazis durante la ocupación alemana.
¿Y Egipto? Convertido de nuevo de facto en aliado de Israel y Estados Unidos, así como en enemigo de Hamás, contribuye al estrangulamiento de Gaza y a la demonización del grupo islamista, pero aun así encarna aún la vía natural y más probable para acoger a los eventuales negociadores que, mejor pronto que tarde, logren alcanzar un acuerdo que al menos acabe con la sangría, aunque no arranque las raíces que la puedan hacer rebrotar en el futuro.
Y Naciones Unidas, ¿qué hace? Nada que permita avanzar en la resolución del conflicto de fondo. No es cuestión de falta de voluntad, sino de que no tiene capacidad real de conseguirlo. Así que se limita a redactar resoluciones conciliatorias y equidistantes que llaman al alto el fuego, y a utilizar a su secretario general en una diplomacia viajera que no puede ocultar que la organización está atada de pies y manos, imposibilitada de llegar hasta la raíz del problema.
La ONU no puede ni siquiera condenar como agresor al Estado judío, aunque eso no tuviera efectos prácticos. Si llegara a plantearse esa posibilidad en el único órgano ejecutivo de la organización, el Consejo de Seguridad, ahí estaría Estados Unidos, siempre dispuesta a esgrimir su derecho de veto en defensa de Israel. Y eso que su embajadora, Samantha Power, era antes de implicarse a fondo con la administración de Obama una militante defensora del derecho a la injerencia y la intervención humanitaria. Se nota que obedecer a su jefe y defender sin reservas al gran aliado de EE UU en la región se sitúan ahora muy por encima de sus viejos principios, que pese a todo asegura mantener.
Así las cosas, lo más probable es que quede en agua de borrajas la denuncia de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, en el sentido de que algunas de las acciones israelíes en la franja podrían constituir crímenes de guerra. Y no cabe esperar tampoco que llegue muy lejos la decisión del Consejo de los Derechos Humanos (calificada de “farsa” por Israel) de condenar las violaciones de estos derechos en la ofensiva judía, así como de crear una comisión internacional de investigación. Al menos, el resultado de la votación ha permitido, eso sí, mostrar la flagrante parcialidad de Estados Unidos (único voto en contra), y la inoperativa mala conciencia de los países de la UE (que se han abstenido), frente a 29 votos a favor.
Está claro. Israel ganará también esta batalla, aunque no la guerra, porque será incapaz de exterminar a su gran enemigo, lo que sentará las bases de nuevas crisis en el futuro. Dejará otra vez en ruinas a Gaza, y a Hamás debilitada y con parte de sus túneles destruidos, aunque sin perder un ápice de su beligerancia. Está por ver si lesionará el proceso de convergencia y unificación de los dos grandes partidos palestinos, si debilitará aún más a Mahmud Abbas (tan pasivo como siempre), si profundizará la brecha entre Cisjordania y la franja que el acuerdo interpalestino en fase de aplicación empezaba a cerrar o si permitirá sobrevivir al Gobierno de unidad.
Esta batalla despejará las escasas dudas de que Israel pueda llegar a aceptar algún día un Estado palestino viable y soberano. Seguirá agrandando la herida, confiando en que su apabullante superioridad militar le permita mantener la sartén por el mango. Y despreciando a la opinión pública internacional, seguro de que, dentro de unos meses —o de unos pocos años— los centenares de muertos de estas semanas, y el generalizado espanto en el mundo entero, quedarán amortizados, relegados si no olvidados al rincón de los hechos consumados que no hay más remedio que aceptar, como tantas otras veces en el pasado.
Y los dirigentes israelíes, con Benjamín Netanyahu a la cabeza, volverán a quedar impunes, como muestra de lo ridícula que resulta a la hora de la verdad la pomposa expresión “justicia internacional”, ejemplo paradigmático de un escandaloso doble rasero.
Y así hasta la próxima matanza.
Entre tanto, la eficaz maquinaria propagandística israelí seguirá tachando de antisemitas a quienes digan (digamos) que dos más dos son cuatro. Lo peor es que incluso puede que les funcione.
¿Cuántos niños tiene derecho a matar Israel para vengarse?
Por CARLOS ENRIQUE BAYO
Que hay víctimas mortales de primera y muertos de segunda (y de tercera, de cuarta…) ha quedado trágicamente patente este domingo con el tratamiento informativo de las matanzas de civiles en Gaza.
La práctica totalidad de los medios de comunicación occidentales abrieron sus portadas o telediarios con la situación en Ucrania oriental tras el derribo de un avión de pasajeros tres días antes, mientras dejaban en segundo lugar la masacre de civiles cometida por el Ejército israelí en el barrio Shayahía de Ciudad de Gaza. En TVE incluso se calificó como “batalla” el bombardeo masivo de la Aviación contra un vecindario superpoblado, que mató a más de 80 inocentes, en su mayoría mujeres, niños y ancianos.
Largos espacios de televisión e innumerables páginas escritas se dedicaron a narrar la tragedia de los familiares y amigos de los fallecidos en el vuelo MH-17. Pero las breves crónicas de los enviados especiales a la Franja, periodistas que trataban de sintetizar el horror de la catástrofe humana a su alrededor, eran las únicas denuncias de la atrocidad que Israel estaba cometiendo en ese gigantesco campo de concentración al aire libre. Y ningún medio se detuvo a narrar las trágicas historias personales de las familias mutiladas por ese crimen de guerra. Las víctimas palestinas no eran más que frías cifras, únicamente números de daños colateralesen una operación militar defensiva.
Que el derribo del Boeing 777 de Malaysian Airlines fue una monstruosidad nadie lo puede negar. Sin embargo, todo indica que el lanzamiento del misil que lo derribó fue un fatal error de los que en ese momento manejaban baterías antiaéreas en una zona de guerra cuyo espacio aéreo debería haber sido cerrado mucho antes a los vuelos comerciales.
En cambio, la lluvia de fuego que cae incesantemente sobre la población palestina desarmada e indefensa es premeditada y se descarga por orden de las más altas autoridades militares y gubernamentales de un Estado que se declara democrático… además de autoproclamarse “judío” y exigir que así lo reconozcan los palestinos que fueron expulsados de sus tierras para que el ocupante israelí estableciera allí su nación.
Esta terrible operación Margen Protector tiene su origen en el criminal secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en un asentamiento judío de Cisjordania. Y la venganza del Gobierno de Israel ha sido tan desproporcionada y despiadada como siempre, hasta ser también criminal, porque en el fondo cree que la vida de un solo judío vale mucho más que la de cientos de árabes. Eso es lo que demostró en la anterior operación Plomo Fundido con la que causó en 2009 una inmensa catástrofe humana en la Franja, además de matar a unos 1.400 palestinos (más de la mitad de ellos civiles, incluidos cientos de niños y mujeres), para vengar la muerte de unos pocos israelíes (en realidad, en todo 2008 perecieron cuatro personas a causa de los cohetes caseros lanzados desde Gaza, aunque luego murieran otros 13 israelíes durante la ofensiva).
El informe del comité de la ONU encargado de investigar aquella atrocidad (no perpetrada por grupos terroristas o fanáticos armados, sino por el poderoso Ejército regular de un Estado de derecho), presidido por el juez surafricano Richard Goldstone, dictaminó que, durante Plomo Fundido, “crímenes de guerra y posiblemente crímenes contra la humanidad fueron cometidos por las Fuerzas Armadas israelíes”, que “violaron las leyes internacionales y la IV Convención de Ginebra”.
Aquello sacudió incluso las conciencias de muchos judíos, que asistieron atónitos al informe interno de las propias Fuerzas de Defensa de Israel y de la inteligencia militar, según el cual 1.166 palestinos resultaron muertos en la operación: supuestamente, 709 de ellos terroristas, 162 que podían o no estar armados, y 295 viandantes (80 menores de 16 años y 46 mujeres). “¿Es que el asesinato de alrededor de 300 civiles, incluyendo docenas de mujeres y niños, no constituye un motivo para penetrar en la búsqueda del alma de una nación?”, se preguntaba entonces el destacado periodista israelí Gideon Levy en las páginas de Público.
Pues parece que no. Más de cinco años después, ningún militar ni político israelí ha pagado por semejante carnicería, y el halcón Netanyahu –quien dimitió del Gobierno de Sharon por oponerse a la retirada de Gaza en 2005– se siente legitimado por su fiel aliado estadounidense para lanzar otra operación de castigo colectivo contra toda la población civil de una Franja sometida desde hace siete años a un bloqueo sólo comparable a los asedios de la Edad Media. Porque, además, con Plomo Fundido Israel destruyó totalmente el 22% de las instalaciones de agua corriente de la Franja y más de la mitad quedaron seriamente dañadas. Tras aquella invasión, sólo el 13% de las líneas telefónicas seguía funcionando. Miles de edificios de viviendas, escuelas y hospitales habían sido demolidos. El daño que Israel infligió con alevosía a cientos de miles de civiles inocentes fue descomunal.
¿Cómo pueden los aliados de Israel aducir que el Estado judío tiene “derecho” a perpetrar tamaña destrucción, a cometer semejantes matanzas de mujeres, menores y ancianos? ¿Cuántos niños se cree Israel con derecho a asesinar para vengarse de los atentados de Hamás?
Quizá encontremos la respuesta en este dato: desde septiembre del año 2000 hasta antes de que comenzase esta espantosa operación Margen Protector, las Fuerzas de Defensa de Israel ya habían dado muerte a 1.540 niños palestinos. Ahora, superarán la marca de 1.600 niños asesinados.
¡¿Cómo se atreven a hablar de “defensa propia”?!