La herida de García Lorca, 78 años después

La herida de García Lorca, 78 años después

Por Manuel Rico | El 19 de agosto de 1936, Federico García Lorca era asesinado en algún barranco entre Viznar y Alfacar, en Granada.

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El 19 de agosto de 1936, Federico García Lorca era asesinado en algún barranco entre Viznar y Alfacar, en las afueras de Granada. Dos meses antes había cumplido 38 años y hacía justo un mes del golpe militar encabezado por el general Franco contra el gobierno del Frente Popular. Para los rebeldes, más allá de las razones de carácter local y de las circunstancias en que se produjo su asesinato (contadas con todo detalle por Ian Gibson y por Félix Grande en dos ensayos imprescindibles), el poeta formaba parte de uno de los sectores más odiados por los ideólogos del fascismo: la intelectualidad republicana. Federico García Lorcaestaba en el ojo del huracán de la renovación y democratización de la cultura española que se vivía en la República. Su condición de homosexual, además, hacía especialmente odiosa su figura a quienes se autoproclamaron salvadores de la “España eterna”.

SU ASESINATO, UN PRECEDENTE

La muerte de Federico supuso una conmoción en el mundo cultural en lengua castellana y, más allá, en la cultura universal. Puso de relieve la brutalidad de quienes habían decidido acabar con el gobierno democrático de la República y anticipó, en cierto modo, el ensañamiento que contra el mundo de la cultura se desplegaría a lo largo de los años posteriores: durante la Guerra Civil, en la postguerra inmediata y, en el ámbito europeo, antes y durante la Segunda Guerra Mundial bajo el dominio del nazismo.

En Federico García Lorca se concentraba, además, una serie de cualidades que hacían de él un ser excepcional y un creador de una magnitud pocas veces vislumbrada en la historia de la literatura española y, más allá, en la historia de la literatura universal (no sólo en castellano). Fue un poeta inabarcable, desde su casi adolescente Libro de poemas (1921) hasta el surrealismo de Poeta en Nueva York (1936) o del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), pasando por mundo en claroscuro, en el que se mezclan realidad y ensoñación, de los gitanos en Poema del cante jondo (1921) o en el Romancero gitano (1928) o por la delicadeza extrema deDiván de Tamarit (1936) o de sus canciones, sin olvidar el homoerotismo próximo a lo maldito de sus Sonetos del amor oscuro (1936). Fue un poderoso dramaturgo, tal y como mostró en obras como Bodas de sangre (1933),Yerma (1934), La casa de Bernarda Alba (1936) o un dibujante original y rupturista y no desdeñó acercamientos a la música clásica y popular: componiendo e interpretando. También nos mostró su condición de más que notable prosista en un libro iniciático, Impresiones y paisajes (1918).

POETA UNIVERSAL

Cuando fue asesinado, pese a su juventud, Federico gozaba de un reconocimiento universal y había demostrado un genio creativo sin paralelismo alguno entre sus contemporáneos. Junto a ello, es de destacar (algo que sin duda está también en el trasfondo de su asesinato) su compromiso con la cultura: con la más elaborada, a través de su aportación a la vida cotidiana y a la actividad intelectual y artística de la Residencia de Estudiantes (con Buñuel, Dalí, Juan Ramón y un largo etcétera de intelectuales republicanos), una institución regeneracionista y radicalmente democrática; y con la cultura popular, compromiso en el que destacó su labor, junto aMargarita Xingú, en “La barraca”, el proyecto que, hecho realidad, llevó el teatro clásico a los rincones más apartados de nuestra geografía. Con ello quiero subrayar que, junto a su trabajo como creador, mantuvo siempre una colaboración entusiasta con el empeño educativo, difusor de la cultura, “ilustrador” en el sentido más profundo de la palabra, de la República.

Por otro lado, Lorca contribuyó a hacer de la Generación del 27 una de las promociones con mayor capacidad renovadora de la poesía española de cuantas se expresaron a lo largo del siglo XX. Con los precedentes de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, poetas que abren nuestra lírica a la modernidad y la vinculan con las corrientes más activas en el ámbito internacional, los nombres de Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Emilio Prados, Gerardo Diego, Dámaso Alonso oManuel Altolaguirre, acompañantes de Federico en aquella experiencia poética colectiva (y a la vez fuertemente individualista), contribuirían al desarrollo de una auténtica “edad de plata” de la lírica española. Si a ello añadimos los estrechos vínculos de esta generación con la poesía latinoamericana (Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda…) no es difícil entender su importancia no sólo en el siglo XX, sino, más allá, en el propio comienzo del siglo XXI. 

SU ASESINATO LO CONVIRTIÓ EN SÍMBOLO

¿Hasta qué cotas de creatividad habría llegado Federico en caso de no haber sido asesinado en plena juventud y en plena madurez creativa? Es imposible saberlo pero no es difícil imaginarlo si tenemos en cuenta el altísimo nivel medio de calidad de la obra que nos dejó. Lo que sí sabemos, no obstante, es que su trágica muerte lo convirtió, durante toda la posguerra y en los años previos a la transición española (incluso en la transición) en el símbolo de la brutalidad más extrema del franquismo, del asesinato cultural y físico, de la voluntad de exterminio de toda mirada crítica y de cualquier opción transformadora. Cierto que fue el primero, pero no fue la única víctima de esa brutalidad en el ámbito de la poesía: Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas o León Felipe, como Juan Ramón, se convirtieron en símbolos de la España trasterrada, del exilio, durante décadas; Antonio Machado fue el símbolo de la muerte de quienes cruzaron el Pirineo para acabar en los campos de concentración del sur de Francia; Miguel Hernández simbolizó la muerte en las cárceles franquistas, Vicente Aleixandre, el exilio interior… ¿A qué seguir?

¿DÓNDE ESTÁN LOS RESTOS DE FEDERICO?

A 78 años de aquel asesinato, hay una zona de sombra que no deja de gravitar sobre la memoria de nuestra cultura y sobre la memoria colectiva de nuestro pueblo: ¿qué fue de los restos de Federico? No pocos intelectuales, comenzando por Ian Gibson, han mostrado su preocupación por las dificultades que, desde distintos ámbitos (también desde el familiar), se han puesto para la búsqueda de los restos del poeta. Durante un tiempo, sin embargo y en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, se realizaron distintas excavaciones. Fue en 2009 en la fosa de Alfacar, por iniciativa de la Junta de Andalucía y respondiendo a las peticiones de las familias de quienes fueron fusilados junto al poeta y a pesar de las reservas de la familia de Federico respecto a las excavaciones: el maestro Dióscoro Galindo, los banderilleros Francisco Galadí yJoaquín Arcollas, el inspector de tributos Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo

Aunque ha habido voces, además de la familia, que han expresado su oposición a que se sigan buscando los restos del poeta, no parece que sea la posición más acorde con la dimensión de la herida que el fascismo provocó en la España democrática. Al igual que, en nombre de la memoria histórica, exigimos que se atienda a quienes buscan a sus familiares desaparecidos durante y después de la guerra, existe un derecho colectivo a recuperar los restos de Federico. Se nos dirá que la familia del poeta no los reclama. Sin embargo, la personalidad del escritor y las circunstancias en que se produjo su asesinato desbordan el ámbito familiar. Comparto a este respecto la opinión que hace tres años, expresó Ian Gibson, el mejor biógrafo que ha tenidoGarcía Lorca, a La Vanguardia:«Lorca es una voz mundial y un enigma. Es el escritor más traducido de todos los tiempos. Me gustaría que hubiera un partido que fuera capaz de desentrañar la muerte de Lorca para que este país se sintiera en paz y reconciliado”, dijo. Y añadió: “España tiene que recuperar a sus muertos -continúa, y Lorca no es de la familia solo, que, además, apenas le conocieron. Él pertenece al mundo».

Mientras la España democrática no lo recupere en todos sus extremos y sus restos no estén enterrados en un lugar reconocible por todos, seguiremos sin cerrar esa inmensa herida. De algún modo, esa fue la apelación de Antonio Machado en el poema que le dedicó tras su asesinato:

“Se le vio caminar. / Labrad, amigos, / de piedra y sueño, en la Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”.

 

 

Esto tiene arreglo

Esto tiene arreglo

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Ante la dura recesión, ¿sólo caben recortes y reformas «agresivas»? El desbocado crecimiento del paro y del décit público, las convulsiones de la eurozona y, sobre todo, de los países periféricos, ¿no admiten otras salidas que las impuestas por el directorio franco-alemán y por nuestro gobierno? El autor de este libro-maniesto, Alberto Garzón Espinosa, el diputado más joven de la actual legislatura, anuncia que nos hallamos inmersos en un cambio de época, en un proceso rupturista que no acabamos de percibir en su totalidad. Los gobiernos, nos alerta, aprovechan la crisis para recortar derechos laborales y empeorar las condiciones de vida de la mayoría de ciudadanos, en un proceso de chinarización que amenaza con instaurar un nuevo régimen de semiesclavitud. Como consecuencia de todo ello, la rebeldía nace en los poros del sistema y se cristaliza en movilizaciones sociales como las del 15-M. Y no es para menos: en los últimos años las grandes empresas, la banca y las grandes fortunas han hecho caer, bajo el disfraz de los llamados «mercados nancieros», a gobiernos enteros, sustituidos por ejecutivos títeres, y han convertido la democracia en una farsa, en un elemento de márketing, desechable cuando el dinero de los poderosos está en juego. Garzón reta a la izquierda a saber leer la jugada del neoliberalismo y canalizar la indignación hacia un objetivo ambicioso: superar el actual sistema económico y político. Somos mayoría proclama este economista indignado los que objetivamente nos beneciaremos de una transformación sistémica como la descrita en estas páginas. Cada uno de nosotros, concluye, tiene que convertirse en un activista, porque convencer de esta realidad a otra persona, aunque sólo sea una, es ya toda una victoria.

84 Charing Cross Road

Gran libro, gran película. Para todos aquellos amantes de los libros.

Una escena preciosa…

William Butler Yeats

«Had I the heavens’ embroidered cloths,
Enwrought with golden and silver light,
The blue and the dim and the dark cloths
Of night and light and the half-light,
I would spread the cloths under your feet:
But I, being poor, have only my dreams;
I have spread my dreams under your feet;
Tread softly because you tread on my dreams.»

El libro de Helene Hanff (en español) se puede descargar aquí.

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Londres, la ciudad narrada

Londres, la ciudad narrada

  • Zadie Smith retrata en su libro, Londres, NW, los encantos de la metrópoli en versión extendida y sobrepasando las lindes de Camden Town y Picadilly Circus
  • Además, otras siete obras ofrecen una ruta perfecta por la capital británica a través de las letras

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El colorido barrio de Kentish Town en Londres, que retrata Zadie Smith

Kebabs. Tarjetas telefónicas. Olor a fritanga afrocaribeña. Viviendas de protección oficial. Pubs sin moqueta, alcohol rancio, bosques y una serie infinita de palabras que transportan directamente a un territorio muy concreto: Londres, NW. O lo que es lo mismo, el noroeste de Londres. La última novela de Zadie Smith, la gran apuesta literaria del año de Salamandra, es un homenaje al norte de la metrópolis en su versión más amplia. Willesden, Kentish Town, Golders Green, barrios «ingentrificables», como define un personaje de la novela, donde se entremezclan voces muy distintas y un extraño sentido de comunidad que trasciende. El noroeste les define, casi a pesar suyo.

Zadie Smith demuestra que hay mundo más allá de Camden y Hampstead Heath. Espacios con nombre que significan para quien los transita, y que cuentan historias de aquellos que los habitan. Como esta, hay otras obras que han recorrido Londres, redimensionando la ciudad y dotándola de vida, mostrando una urbe a veces odiosa y difícil, siempre extrañamente seductora. He aquí un pequeño paseo por Londres a través de algunos libros que la describen:

Sábado (2005), Ian McEwan: Henry Perowne, un reputado neurocirujano se despierta al amanecer en su casa del elegante barrio de Fitzrovia, enLondres. Una luz en el cielo, que resulta ser un avión en llamas, le impide volver a la cama. Insomne, Perowne comienza a deambular, primero por su casa, y más adelante por la ciudad, en busca de todas aquellas cosas que necesita antes de una cena familiar que se presenta compleja. McEwan construye aquí un relato de un día en la vida de un hombre recto y racionalista, adentrándose en sus miedos, deseos y deberes, mientras la ciudad se visibiliza como un marco gigante, a ratos frío y peligroso, a ratos amable y vulnerable.

Principiantes (1959), Colin MacIness: El chico es fotógrafo, adolescente, y tiene aspiraciones. Vive en el distrito de W10, cerca de Ladbroke Grove. Su exnovia es Crepe Suzette, que busca sin cesar chicos negros. Su amigo hace de chapero en Chelsea para los pudientes, y su padre lleva escribiendo un libro titulado La historia de Pimlico. Colin MacInnes describe aquí el Londres de 1958, a punto de estallar de puro disfrute, lleno de teddy boys y mods, dónde se entremezclan ricos y diletantes, jóvenes verdaderamente jóvenes y una ciudad barata, coqueta, musical y, por una vez, libre de prejuicios.

La tierra baldía (1922), T. S. Eliot: «Ciudad Irreal, bajo la parda niebla del amanecer invernal», rezaEl entierro de los muertos, el primero del conjunto de poemas que cambiarían la poesía del siglo XX. Por el puente de Londres transitan lo que parecen almas en pleno purgatorio, tras la debacle de la guerra. Si abril era el mes más cruel porque volver a sentir duele, la escarcha a la que se refiere constantemente Eliot, era, sin duda, una escarcha londinense.

Campos de Londres (1989), Martin Amis: Si la venganza tiene que llegar, lo hará en Portobello. Esta podría ser una ocurrencia de Amis, que sitúa en el oeste de la ciudad su tragicomedia oscura, en la que una chica que sabe que va a morir va en busca de su asesino. La degradación moral, el miedo a la ciudad apocalíptica y el deseo corrupto se entremezclan en una obra en la que los campos no son verdaderamente espacios verdes y de sosiego, sino puramente terrenos de batalla para una guerra tan estéril como el narrador, Samson Young, un escritor incapaz de escribir durante más de veinte años.

El Napoleón de Notting Hill (1904) de G. K. Chesterton: La primera novela del implacable autor es imposible de clasificar. A caballo entre la fábula de ciencia ficción, la parodia y la sátira social, Chesterton maquina una desopilante mirada al futuro, imaginando cómo sería Londres en 1984. ¿El resultado? Una aburrida y desganada población gobernada por un despotismo ciudadano risible, en el que el rey es elegido por orden alfabético. Cuando le toca el turno a Auberon Quin, amante de las burlas y los chistes, la cosa se complica: sus alardes con respecto a los distritos de la ciudad son tomados en serio por Adam Wayne, que defenderá su Notting Hill a capa y espada.

Intimidad (2000), Hanif Kureishi: Sería mucho más fácil incluir El buda de los suburbios, Mi hermosa lavandería o El cuerpo, tres obras de Kureishi que posiblemente describen Londres de una manera mucho más evidente y antropológica, pero esta nouvelle autobiográfica es de las pocas que explora, aunque sea íntimamente, la separación entre el norte y el sur de la ciudad. Jay, un hombre de mediana edad, está a punto de dejar a su mujer y a sus dos hijos por su amante, una mujer joven. Él es un escritor de éxito que pulula por el noreste burgués. Ella es una hippie tímida que comparte piso en el -según el narrador- horrible y enmoquetado sur. Las consecuencias de los actos de Jay le torturan justo antes de tomar la decisión final, sabiendo que una vez que cruce ese río, será como el Rubicón y no habrá vuelta atrás.

From Hell (1989-1996) Alan Moore y Eddie Campbell: «Te diré dónde estamos. Estamos en el rincón más extremo y absoluto de la mente humana. Un submundo sombrío. Un abismo radiante dónde los hombres se enfrentan a sí mismos. Estamos en el Inferno». Si hay una obra que -¡literalmente!- diseccione Londres es este descenso al averno en busca de Jack el Destripador. Sin preocuparse por quién hizo qué Alan Moore realiza un viaje a través de la ciudad victoriana y sus crímenes, entendiéndolos como unos sacrificios rituales para la ciudad misma. Las iglesias de Hawksmoor, el obelisco de Cleopatra, los pasillos y tabernas de Aldgate son la clave psicogeográfica, ya no el escenario, que desentrañará el por qué de tanta sangre.

Algunos libros:

– Zadie Smith, London, NW (descargar aquí)

– Gilbert K. Chesterton, El Napoleón de Notting Hill (descargar aquí)

– T.S. Eliot, La tierra baldía (descargar aquí)

Los veranos son para Chéjov

Los veranos son para Chéjov

por Javier Morales

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 Antón Chéjov (1898) en un retrato del pintor Osip Braz

Ahora que muchos disfrutan de vacaciones es un momento perfecto para dedicarse a la lectura. Javier Morales propone descubrir o redescubrir a uno de los grandes escritores de todos los tiempos, el ruso Antón Chéjov, a través, sobre todo, de sus cuentos, con una capacidad imperecedera para penetrar el alma humana.

Pasa el tiempo pero seguimos anclados a nuestras inercias infantiles. Aunque las vacaciones se estrechan cada vez más, aún pensamos en el verano como esa época de tiempo ilimitado donde todo es posible. “En verano, viajad y leed, formaos, no hagáis prácticas en los medios”, nos recomendaba a los estudiantes Pedro Sorela, uno de nuestros grandes escritores, a quien tuve la suerte de tener como profesor en primero de Periodismo de la Complutense. Le hice caso. Por circunstancias de la vida leí más que viajé, aunque al fin y al cabo la lectura no deja de ser otra forma de viajar.

Entre esos viajes literarios de mis veranos juveniles recuerdo la fascinación que sentí cuando descubrí a Faulkner. “Uno no puede escribir una novela hasta pasados los treinta”, aseguraba el autor de Palmeras salvajes, que quizás no sea su mejor novela pero sí una de mis preferidas. A los 20 año,s uno no puede entender la dimensión de esa frase y sólo lo descubre más tarde, cuando ha vivido lo suficiente. La vida, el fracaso, la sensación de que los años se nos escapan entre los dedos, nos acercan también a la lectura de algunos autores que a una edad temprana sólo nos inspiran un sano respeto por encontrarnos ante un clásico. Algo de esto cuenta Richard Ford en el prólogo a los Cuentos Imprescindibles (DeBolsillo) de Chéjov, a quien estudió en la universidad pero a quien sólo pudo comprender de verdad más tarde, en la cuarentena.

Ha pasado más de un siglo desde la muerte de Antón Chéjov (1860-1904), con apenas 44 años, cuando se encontraba en la cumbre de su carrera como narrador y autor teatral, y su figura como maestro del cuento no sólo no se ha apagado con la entrada en el nuevo siglo sino que se ha agrandado aún más si cabe. Su capacidad para penetrar en el alma humana –“No imagines sufrimientos que no hayas experimentado y no dibujes cuadros que no hayas visto, pues la mentira en un cuento es mucho más aburrida que en una conversación”, le escribió a su hermano Alexander–, y su técnica, despojada, dispuesta a exprimir lo más importante de la vida, lo han convertido en un clásico muy actual. Uno lee algunos de sus relatos como si se hubieran escrito ayer.

Hasta ahora, contábamos en castellano con buenas ediciones de sus cuentos (muy destacable la del chejoviano Richard Ford que citábamos antes), pero nos faltaba una visión general de su obra. Este empeño titánico es el que ha emprendido con Antón P. Chéjov. Cuentos completos la editorial Páginas de Espuma, un sello independiente que ha revolucionado el panorama literario español en los últimos años con su apuesta por el relato corto.

Con una excelente edición de Paul Viejo, acaba de salir el primero de los cuatro volúmenes, que reunirán la narrativa breve del escritor ruso, la que va desde 1880 a 1885, año que supone un punto de inflexión en la obra de Chéjov. Con una familia que hoy llamaríamos desestructurada, un padre alcohólico y tirano y varios hermanos, Antón, el mayor de ellos, tuvo que sacar adelante a la prole. Abandonaron su ciudad natal, Taganrog, y se trasladaron a Moscú. En la capital, mientras estudiaba medicina y para obtener dinero, el joven Antón comenzó a publicar relatos de corte humorístico en distintas publicaciones bajo el seudónimo, entre otros, de Antón Chejonté. Reúne este volumen las piezas ligeras de su primera etapa, aunque nos encontramos ya con joyas como Flores tardías, donde la melancolía y la profundidad del relato anticipan los rasgos que han convertido a Chéjov en un autor inmortal.

Los chejovianos nos encontramos ante un milagro editorial. Como señala Paul Viejo en el prólogo, ahora podremos, por fin, leer todos los cuentos de Chéjov en español, en las traducciones más destacadas. Comprobaremos cómo el medio en el que fueron publicados sus relatos, al menos los iniciales, llegó a condicionar de algún modo la técnica empleada por el autor de La dama y el perrito, algo parecido a lo que le ocurriría años después a uno de sus grandes discípulos y maestro del cuento actual, John Cheever, con sus colaboraciones en The New Yorker. La voz de Chéjov nos sigue hablando tantos años después y su mirada, nutrida de un hondo humanismo, aún nos señala los claroscuros de la vida en este mundo vertiginoso y cambiante. No se lo pierdan.

Cuentos completos en formato electrónico para descargar

Yooou | Tuuu Librería

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Tuuu Librería constituye la primera librería en España en la que los libros tienen el valor que cada uno considere: cada persona elige libremente el donativo que desea aportar por los libros que se lleva.

El objetivo de este proyecto es facilitar el acceso a la lectura a todo el que lo desee y, por consiguiente, contribuye a mejorar la formación de los beneficiados.

Parte de los beneficios de la librería se emplean en enviar libros y material escolar a colegios de la Comunidad de Madrid y a países de América Latina.

Horario de la librería de Covarrubias: Todos los días abierto de 12 de la mañana hasta las 8 de la tarde, incluído festivos.

Dirección en Madrid: C/ Covarrubias 38 (Metro: Bilbao / Alonso Martínez)

Más información: http://www.yooou.org/proyectos/tuuu-libreria/

https://www.youtube.com/watch?v=AtEOegVwF1c

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Descubre el triángulo orwelliano de Barcelona

Descubre el triángulo orwelliano de Barcelona

El CCCB festeja su Día Orwell 2014 con una conferencia de Colm Tóibín y una ruta literaria por la Barcelona del Homenaje a Catalunya. Nosotros también.

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“Me fui a vivir en Barcelona en 1975, cuando tenía 20 años -contaba el autor irlandés Colm Tóibín en una entrevista– Incluso antes de ir, sabía más sobre la guerra civil española que sobre la irlandesa”. La culpa, por supuesto, es de George Orwell. Su Homenaje a Cataluña ha servido de inspiración literaria, biblia política y mapa de rutas de Ciudad Condal para todas las generaciones posteriores desde su publicación en abril de 1938.

En el caso de Tóibín, la influencia ha sido especialmente productiva: todas sus historias “catalanas” son descendientes de Orwell, desde su propio Homenaje a Barcelona -que retrata no la guerra civil sino la vida en una Barcelona traumatizada por el franquismo- a su primera novela, El Sur, donde una pintora irlandesa protestante viaja a la Barcelona de los 50 y acaba viviendo con un anarquista en un pequeño pueblo del Pallars. Es por eso que el irlandés ha sido el encargado de homenajear al británico con motivo del Día Orwell 2014. Una efeméride que se ha inventado el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona porque la oficial, decidida el año pasado por sus herederos, The Orwell Prize y su editorial Penguin, es el 21 de junio, aniversario de su muerte.

Como parte de los festejos, Tóibín dará el martes a las 19.30 una conferencia titulada Barcelona, de George Orwell a la democracia. La fiesta incluye una guía por la Barcelona de Orwell (concretamente, una ruta literaria en catalán, castellano e inglés) aquí. Este artículo, también.

Tres lugares orwellianos de Barcelona

HOTEL CONTINENTAL (La Rambla, 138)
Cuando George Orwell y su mujer Eileen O’Shaughnessy llegaron por primera vez a Barcelona en diciembre del 36, se alojaron en el Hotel Continental, un establecimiento de cierto abolengo que había sido colectivizado durante la guerra como sede del gobierno local. El hotel estaba (y sigue) en las Ramblas y la primera impresión del autor fue especialmente triunfal:

«El aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible. Era la primera vez en mi vida que estaba en una ciudad donde la clase trabajadora tenía el mando. Casi todos los edificios estaban en poder de los obreros y cubiertos con banderas rojas o rojinegras; en todas las paredes había hoces, martillos y las iniciales de los partidos revolucionarios. […] A lo largo de las Ramblas, la ancha arteria del centro de la ciudad por donde circulaba un río interminable de gente, los altavoces atronaban las canciones revolucionarias durante todo el día y hasta bien entrada la noche.«

Aunque su intención original era escribir, Orwell se vió rápidamente contagiado por el ambiente revolucionario y se alistó en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), que lo mandó al frente de Aragón. Allí recibió el disparo en el cuello que le llevó de vuelta a Barcelona para encontrarse con que las tropas revolucionarias se habían vuelto unas contra otras, durante el lamentable proceso que se llama las Jornadas de Mayo.

Dicen que fue en el Continental donde escribió gran parte de su Homenaje a Cataluña y es perfectamente posible, porque tardó menos de un año en publicarlo. Orwell y su mujer escaparon de Barcelona en la madrugada del 23 de junio de 1937. El hotel sigue abierto -aunque su vestíbulo ha sido devorado por un Springfield- y hasta sigue regentado por la misma familia Malagarriga que lo compró en 1931, para perderlo momentáneamente durante la guerra. Además de sus icónicos cobertores de satén rosa brillante y sus balcones redondos, el tres estrellas tiene ahora una lámpara George Orwell y un salón George Orwell.

HOTEL RIVOLI ( La Rambla, 128)
Diez números más abajo, en la misma acera, estaba la sede del Comité Ejecutivo del POUM, en las oficinas incautadas al Banco de Catalunya. Siguiendo órdenes de defender la sede, Orwell se apostó junto enfrente con otros milicianos en lo alto del teatro Poliorama.

«Debíamos defender los edificios del POUM si eran atacados, pero los dirigentes habían dado instrucciones en el sentido de mantenernos a la defensiva y no abrir fuego si podíamos evitarlo. Justo enfrente había un cine llamado Poliorama, con un museo en el primer piso y, en la parte más alta, muy por encima del nivel general de los tejados, un pequeño observatorio con dos cúpulas gemelas. Éstas dominaban la calle, y unos pocos hombres apostados allí podían impedir cualquier ataque contra los edificios del POUM. Los encargados del cine eran miembros de la CNT y nos dejarían entrar y salir.»

El museo era (y es) la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona y el Poliorama, una sala con 630 butacas que alternaba cine y teatro. Estaban echando la zarzuela María de la O de Manuel López Quiroga y Rafael León cuando fue incautado por la CNT-FAI. Y allí estuvieron tres días y tres noches, mientras Orwell leía y comía queso que había comprado en La Boquería. Allí le encuentra Ramona en Si te dicen que caí, de Juan Marsé:

«En las Ramblas no se veía un alma. En el hotel, una miliciana con el gorrito ladeado sobre los rizos fue en busca de tío Artemi. Se oían risas y canciones de soldados, en el pavimento resonaban culatazos de fusiles y había mucho trajín de chicas recaudando fondos para el Socorro Rojo. Mi tío no estaba, había ido al Comité, que estaba más arriba, junto al café Moka. Fuimos y allí nos dijeron ha ido a hablar con el inglés en la azotea del edificio de enfrente, sobre el cine Poliorama, ¿ves la cúpula?, me dijeron, ¿ves al Paco que asoma la cabeza? Recuerdo el perfil alertado de un hombre flaco, con el fusil vertical rozándole la nariz, leyendo un libro. Mi tío apareció a su lado ofreciéndole una botella de cerveza y palmeando su espalda. Me enteré entonces del asalto a la Telefónica y me explicaron la situación: se temía un ataque a nuestros locales, había que defender el hotel.»

El inglés, por supuesto, era Orwell. La sede del POUM es ahora el hotel Rivoli, que luce como homenaje una placa dedicada a su líder, el marxista revolucionario Andreu Nin al que sacaron de allí a rastras para entregarlo a la policía secreta soviética. La placa está emparedada entre un Subway y un Banco Popular. Al lado estaba el café Moka (La Rambla, 126), donde «los guardias de asalto habían bajado las persianas metálicas y apilado muebles en forma de barricada». Hoy también sigue abierto pero lo más cerca de un marxista que se puede ver dentro son los rusos que visitan Barcelona.

LA PLAZA DE GEORGE ORWELL ( Gótico)
Encajada entre la calle Escudellers y la calle Aviñón en el Barrio Gótico de la Ciutat Vella de Barcelona, la plaza de George Orwell no se llamó así hasta el 5 de marzo de 1996, seis años después de su inauguración. Es por eso que se conoce cariñosa y popularmente como La plaza del Tripi, homenaje a la escultura psicodélica que corona la plaza, realizada por el surrealista de Lleida Leandre Cristòfol, y al ambiente distendido que pronto caracterizó el espacio, una mezcla de pequeño narcotráfico, jarana y consumo indiscriminado de alcohol.

Fue por culpa del botellón, las protestas de los vecinos y el uso indecoroso que hacían los locales de la obra de Cristòfol que el Ayuntamiento decidió, en 2001 y aparentemente exentos de ironía, convertir la plaza Orwell en el primer espacio público de Barcelona controlado por cámaras de videovigilancia municipales. La paradoja le ha dado nueva vida al espacio, aunque sólo sea en la Red.

https://www.youtube.com/watch?v=OXL5XzyWFIE

https://www.youtube.com/watch?v=Iyc8MMnJBDw

The Very Last Days of Leo Tolstoy

The Very Last Days of Leo Tolstoy Captured on Video

107 years ago, Leo Tolstoy, who gave us two major classics in the Russian tradition, Anna Karenina and War & Peacedied at Astapovo, a small, remote train station in the heart of Russia. Pneumonia was the official cause. His death came just weeks after Tolstoy, then 82 years old, made a rather dramatic decision. He left his wife, his comfortable estate and his wealth and traveled 26 hours to Sharmardino, where Tolstoy’s sister Marya lived, and where he planned to live the remainder of his life in a small, rented hut. (Elif Batuman has more on this.) But then he pushed on, boarding a train to the Caucasus. And it proved to be more than his already weak constitution could bear. Rather amazingly, the footage above brings you back to Tolstoy’s very last days, and right to his deathbed itself. This clip comes from a 1969 BBC series Civilisation: A Personal View by Kenneth Clarkand these days you can still find copies of Clark’s accompanying book kicking around online. A big thanks to Mike S. for flagging the video and the anniversary itself.

Note: You can find many of Tolstoy’s major works in our Free Audio Booksand Free eBooks collections.

Guerra y paz (en español) para descargar aquí.

Ana Karenina (en español) para descargar aquí.

La muerte de Iván Ilich (en español) para descargar aquí.

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The Harvard Classics: ebooks gratuitos

The Harvard Classics: ya podemos descargar los 51 volúmenes en forma de ebooks gratuitos

Los primeros Harvard Classics nacieron a principios del siglo XX, cuando en 1909 el presidente de Harvard, Charles W. Elliot, editó la primera versión de la compilación literaria. La intención de Elliot era muy clara: quería curar todo el contenido gestionado en Harvard relevante para época, y además pretendía crear, en sus palabras, una “universidad portátil” dividida en distintos temas.

Así pues, en la antología podíamos leer sobre la historia de la civilización, religión, filosofía, progreso… el mismo Elliot eligió los títulos y la forma que tendrían las series, que acabaron siendo una herramienta ideal para todos aquellos curiosos que quisiesen aumentar su conocimiento cultural general. Ahora, la magia de la tecnología nos permite acceder a los 51 volúmenes de forma online, así como descargarlos gratuitamente en forma de e-book, siendo la versión editada por el mismo Elliot, tal y como comentan en openculture.

Cada uno de los archivos podrá ser visualizado directamente desde el navegador, con posibilidad de hacer zoom y pasar las páginas sin limitaciones, visualizar cada página individualmente o determinadas páginas en grupo, compartir el libro desde la misma web (mediante una URL o un código insertable) e incluso podremos hacer que se nos lea el libro en voz alta apretando al botón “play” (aunque ciertamente parte la gracia de leer estos libros es visualizar el formato clásico también).

Una increíble colección, y gratuita, casi imprescindible para todos aquellos amantes de la cultura y la literatura.

John Banville: Premio Príncipe de las Letras 2014

El escritor irlandés John Banville, Premio Príncipe de las Letras 2014

Su candidatura se impuso en las últimas rondas de votaciones a las del japonés Haruki Murakami y el inglés Ian McEwan.

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El escritor irlandés John Banville ha sido galardonado en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 al que optaban 24 candidaturas procedentes de catorce países.

La candidatura de Banville había sido propuesta por el vicedirector de la Real Academia Española, José Antonio Pascual Rodríguez, y por el embajador de España en Irlanda, Javier Garrigues, y se impuso en las últimas rondas de votaciones a las del japonés Haruki Murakami y el inglés Ian McEwan.

El de las Letras es el quinto de los ocho galardones que concede la Fundación Príncipe que se falla este año y en los últimos años distinguió, entre otros, a autores como Antonio Muñoz Molina, Philip Roth, Leonard Cohen, Amin Maalouf, Ismaíl Kadaré y Margaret Atwood.

El jurado del Premio Príncipe de las Letras 2014 ha destacado su «inteligente, honda y original creación novelesca», así como «a su otro yo, Benjamin Black», seudónimo con el que escribe «turbadoras y críticas novelas policíacas».

El acta del jurado, a la que ha dado lectura su presidente, el director de la Real Academia Española, Jose Manuel Blecua, destaca que la prosa de Banville «se abre a deslumbrantes espacios líricos a través de referencias culturales donde se revitalizan los mitos clásicos y la belleza va de la mano de la ironía». Al mismo tiempo, añade el acta, «muestra un análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial». «Cada creación suya atrae y deleita por la maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos, y por su reflexión sobre los secretos del corazón humano», ha concluido el jurado.

John Banville nació en Wexford (Irlanda) en 1945. Tras acabar su formación escolar comenzó a trabajar en la compañía aérea Aer Lingus. Entre 1968 y 1969 vivió en los Estados Unidos y a su regreso a Irlanda trabajó en el diario Irish Press, hasta su desaparición en 1995. Entonces fue nombrado subdirector del Irish Times, donde desempeñó también el cargo de editor literario hasta 1999. Desde 1990 colabora asiduamente con The New York Times Review of Books.

Como escritor, ha recibido numerosos elogios a lo largo de su carrera y George Steiner, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2001, lo ha calificado como «el escritor de lengua inglesa más inteligente». Su primer libro, Long Lankin, una recopilación de relatos cortos, apareció en 1970, seguido por Nightspawn (1971) yBirchwood (1973), sus primeras novelas. Considerado por algunos críticos como el «heredero natural» de Nabokov, su estilo es reconocido por su prosa precisa y el uso del humor negro en boca de la persona del narrador.

Con Dr. Copernicus (1976), una biografía novelada del astrónomo polaco, que le valió elJames Tait Black Memorial Prize de ficción de la Universidad de Edimburgo, inició una serie de libros sobre la vida de eminentes científicos y sus ideas. Con Kepler (1981), sobre el astrónomo alemán, obtuvo el The Guardian Fiction Prize.

Ciencia y thrillers

Completó la serie con The Newton Letter: An Interlude (1982), que relata la historia de un académico que escribe un libro sobre Isaac Newton y que la cadena Channel 4 TV adaptó para la televisión, y Mefisto (1986), que explora el mundo de los números en una revisión de Dr. Faustus. En 1989 publicó El libro de las pruebas, con el que ganó el Guinness Peat Aviation Book Award, e inició una trilogía que continuó con Ghosts (1993) y Athena (1995), en la que el narrador de las historias es un asesino convicto.

El intocable (1997), Eclipse (2000), Imposturas (2002), Prague Pictures: Portrait of a City(2003), El mar (2005), Los infinitos (2009) y Antigua luz (2012) son sus últimas obras. Por otra parte, con el pseudónimo de Benjamin Black inició en 2006 con Christine Falls una serie de thrillers protagonizados por el patólogo forense Quirke; a este le ha seguido The Silver Swan (El otro nombre de Laura) en 2007, The Lemur (2008), Elegy for April (En busca de April, 2011), Muerte en verano (2012), Venganza (2013) y Holy Orders (2013). Benjamin Black ha publicado también La rubia de ojos negros (2014), en la que resucita al detectivePhilip Marlowe de Raymond Chandler.

John Banville logró con El mar su premio más importante, el Man Booker Prize 2005, el galardón literario más codiciado de los que se conceden en el Reino Unido, y para el que había sido finalista con El libro de las evidencias, en 1989. Entre otros reconocimientos que ha obtenido a lo largo de su carrera, además de los ya citados, se encuentran el Allied Irish Banks’ Prize (1973), el Arts Council Macaulay Fellowship (Irlanda, 1973) y el Lannan Literary Award (EEUU, 1997).

El mar: descargar en español.

The Sea: descargar en inglés.

El espíritu del Romanticismo

El espíritu del Romanticismo renace con las ilustraciones de Benjamin Lacombe

La influencia del Romanticismo marca la obra del ilustrador Benjamín Lacombe, un apasionado del movimiento cultural que se desarrolló en Francia en el siglo XVIII, en el que «los sentimientos cobraron un papel central» con el rojo como color protagonista.

«Es el color de la interioridad, de la pasión, del Romanticismo, del corazón y de la sangre. Es lo que llevamos dentro. Tiene que ver con el amor y con la muerte», explicó Lacombe (París, 1982) en una entrevista con Efe en Buenos Aires, ciudad en la que se encuentra para participar en la Feria del Libro.

Precisamente, una de las obras que resaltan en la trayectoria del dibujante francés es su ilustración de «Nuestra Señora de París», uno de los emblemas del Romanticismo francés, que el artista ilustró en rojo, negro y verde.

Pero la relación con ese movimiento cultural no acaba allí, Lacombe recuperó también las técnicas de ilustración utilizadas en la época de Víctor Hugo.

El artista reconoce también sus influencias de otros movimientos culturales como el Surrealismo y el Quattrocento italiano, de directores cinematográficos como Pedro Almodóvar, Tim Burton y Fritz Lang y de la fotografía escenificada.

Según Lacombe, el rol de la ilustración es complementar a los textos para aclarar sentidos y brindar un nuevo enfoque, un trabajo que aporta un valor agregado a cada texto, rescatando incluso la propia etimología de la palabra ilustración: nada menos que «sacar a la luz», recuerda.

«Ilustrar no es repetir lo que dice el texto con imágenes sino dar una nueva lectura y un enfoque diferente», sostiene.

Lacombe comenzó a abrirse camino «un poco a ciegas» en la ilustración de libros para adultos, pese a que este género dejó de contener ilustraciones hace 200 años.

El artista asegura que para él «ilustrar libros fue algo natural», debido a que, sencillamente, «dibujar es algo que la humanidad siempre hizo».

«Es un acto natural. Cuando los chicos son pequeños, todos dibujan. Otros seguimos», continúa.

Así aparecieron primero sus ilustraciones en libros para jóvenes como «Caperucita roja», «Los amantes mariposa», «Cereza guinda», entre otros, pero el joven artista también se dedicó a ilustrar obras como «Cuentos macabros» de Edgar Allan Poe y «Nuestra Señora de París» de Víctor Hugo (1831).

«Cuentos macabros fue una empresa muy loca», relata el ilustrador, «un gran desafío, porque no había un mercado para esos libros, ilustrados pero para adultos».

En los libros infantiles y juveniles de Lacombe, la ilustración cumple una función narrativa, no solo acompaña al texto sino que la historia bien podría contarse sencillamente con mirar cada uno de los planos dibujados.

Lacombe dice estar «a favor de cierta complejidad en el trabajo para niños», para «elevar la forma en que tienen al mirar un libro».

«Quiero que mis libros sean atemporales, que no sean productos perecederos que a partir de cierta edad ya no tenga sentido leerlos, sino que puedan leerse en distintos momentos de la vida. Eso hace un buen libro», subraya.

En los libros para adultos, por el contrario, las imágenes funcionan más bien «en el orden de lo simbólico, con elementos que se dirigen a un público con un nivel cultural más alto», como si tuvieran distintas capas de sentido y varios niveles de lectura.

En cada libro, y eso que ya lleva ilustrados cerca de 30, para Lacombe el proceso creativo es distinto, lejos de un trabajo mecánico como si fuera una receta de cocina.

«Es una aventura», sintetiza.

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Adiós a Gabriel García Márquez

Adiós a Gabriel García Márquez, niño por siempre

  • Fallece en México a los 87 años el Nobel colombiano, autor de obras cumbre de la literatura en español como ‘Cien años de soledad’

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“Es difícil que haya una línea en alguno de mis libros que no tenga su origen en la infancia. Durante los primeros ocho años de mi vida ocurrieron o viví, tuve las experiencias que luego he elaborado poéticamente, literariamente a través de toda mi vida, y pocas experiencias posteriores me han sido tan útiles como las de la infancia”. Lo dijo en una antigua entrevista Gabriel José de la Concordia García Márquez. El niño y el hombre, el poeta, el taumaturgo que transformaba las palabras en deslumbrantes tesoros, joyas universales como Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada. Como ha sido la suya, que le ha llegado este jueves en la capital de México a sus 87 años, tras una larga época de enfermedad y declive físico y mental.

Arataca, a orillas del mar Caribe, fue el escenario de aquellos años de formación que arrancaron un 6 de marzo de 1927 y que -quizá ni aquel niño de la imaginación desbordante lo hubiera soñado- le llevarían a conseguir el Nobel de literatura en 1982, el máximo de los reconocimientos. De allí, de aquellos brillantes paisajes colombianos, surgiría la inspiración para levantar el mítico, casi mitológico pueblo de Macondo, hogar de su familia Buendía, clan perteneciente a otro mundo, mágico y místico, cuyas calles y edificios ya recreara en La hojarasca, la primera de sus once novelas. A estas se suman en su bibliografía decenas de relatos, una obra teatral, dos guiones y una amplia producción periodística.

Formado como periodista y abogado, escritor de nacimiento, García Márquez vio impresas sus primeras líneas en el periódico bogotano El espectador, que publicó en 1947 su cuento La tercera resignación. Antes, en su época de instituto, había firmado bajo el seudónimo de Javier Garcés, del que pronto se desprendería para revelarse él, Gabo. Gabo el que siempre, siempre, fue escritor. Gabo el que también, en paralelo, ha sido pensador político, defensor de la izquierda y controvertido amigo de Fidel Castro. Aunque, como él mismo subrayó, nunca fue comunista, sino socialista, la opción que él consideraba viable para su América, la Latina.

La explosión que produjeron aquellos Cien años de soledad (1967), pieza fundamental del género del realismo mágico, detonaría, si no el inicio, sí la elevación a los altares del Boom de la literatura latinoamericana, movimiento al que se adscriben autores como el mexicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar o el otro Nobel, el hispanoperuano Mario Vargas Llosa. A este último le uniría una tirante relación que se forjó en principio como amistad en Barcelona, una de las capitales editoriales de aquellas nuevas letras en español, donde ambos coincidieron a principios de los años setenta. Castro, amoríos y rivalidades profesionales de por medio, aquel duelo de titanes se zanjó de la manera más profana, a tortas.

En ficción compondría García Márquez a lo largo de su carrera otros éxitos como El amor en tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994) o Memoria de mis putas tristes (2004, su última novela), que iría alternando con magistrales crónicas como Relato de un náufrago (1970) o Noticia de un secuestro (1996), algunas publicadas por entregas en la prensa. A lo largo de su vida, el literato vería algunas de sus creaciones adaptadas al cine y, más allá del Nobel, subiría al estrado a recibir premios y honores en decenas de ocasiones.

La salud del escritor comenzó a dar muestras de fragilidad ya en 1999, cuando se le diagnosticó un cáncer linfático, al que se sumó el deterioro neuronal del que su familia viene dando cuenta desde hace años. En los últimos tiempos, los rumores sobre el estado de Gabo -que en 2002 dejaría para la posteridad sus memorias, Vivir para contarla– se habían intensificado tras su reciente ingreso en un hospital de la capital de México, país donde residía desde hace más de cuatro décadas. Le sobreviven su esposa, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo.

Algunas de sus obras:

GGM – Cien años de soledad

GGM – El coronel no tiene quien le escriba

GGM – Relato de un naúfrago

«Metrópolis»: un relato futurista bajo la sombra del nazismo

Un relato futurista bajo la sombra del nazismo

  • La editorial Gallo Nero recupera la novela Metrópolis, versión literaria de la película homónima estrenada en 1927
  • Su autora, Thea von Harbou, se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero pocos años después de su publicación

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Vuelve a las librerías españolas Metrópolis, novela hermana del clásico cinematográfico dirigido por Fritz Lang. Ambas obras fueron escritas por Thea von Harbou, antigua actriz reconvertida en escritora e importante guionista que trabajó con Lang (su entonces marido), F. W. Murnau y C. T. Dreyer.

Esta patriota prusiana defendió cambios legislativos progresistas en materia de igualdad sexual. Posteriormente fue seducida por el nazismo, se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero en 1932 y lideró el colectivo de guionistas alemanes durante el Tercer Reich. Con todo, nunca llegó al nivel de compromiso mostrado por Leni Riefenstahl, la cineasta que convirtió los desfiles de masas hitlerianos en objeto estético (y propagandístico) mediante El triunfo de la voluntad.

El auge y caída de Hitler provocó que estudiosos como Siegfried Kracauer buscasen signos tempranos de nazismo en la cultura de la República de Weimar. Y Metrópolis fue señalada como una obra con mensaje totalitario. Seguramente influyó en su creación el contexto de crisis económica: Weimar estaba hundida en el desempleo y la hiperinflación, ambos relacionados con su enorme deuda externa.

Caer en la miseria para pagar la factura de la Gran Guerra era una humillación más, y otro caldo de cultivo para extremismos nacionalistas. Ese difícil presente inspiró a Von Harbou una ciudad futurista partida en dos: una élite habita la superficie, mientras que una masa esclava vive en construcciones subterráneas.

Pesadillas de desigualdad

Metrópolis está gobernada sin piedad por Joh Fredersen, arquitecto y especulador bursátil. Su hijo Freder, en cambio, comienza a empatizar con los obreros tras ser concienciado por una joven virginal. Esta última, María, tranquiliza a los trabajadores más revolucionarios anunciándoles la llegada de un salvador.

Partiendo de este elenco de personajes, Von Harbou explica una tesis repetida a lo largo de la obra: «El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón». El mismo Freder sería la persona destinada a facilitar un pacto entre élite y esclavos. Pero este planteamiento, aparentemente bienintencionado y fraternal, legitimaría a cualquier dictador mínimamente compasivo. Y desactivaría la movilización social: la caridad del pudiente volvería a imponerse a los derechos ciudadanos.

Von Harbou imaginó un mundo con graves conflictos sociales. Pero en un contexto de descrédito de lo parlamentario, de golpes de Estado y estallidos populistas, inventó una respuesta que parece estar fuera de la política convencional. Respaldó la espera resignada de mejoras sociales, recurriendo además a personajes con aires bíblicos, y esto puede recordar al conservadurismo clásico.

Sin embargo, su deseo de unidad social con jerarquías muy marcadas remite a los fascismos. Al fin y al cabo, la autora parece asumir los terribles conceptos de Joh Fredersen, sólo que matizados por la misericordia de Freder. Los obreros «están donde deben estar, son lo que deben ser». Sus vidas han de ser mejoradas, y ahí entra la piedad cristiana, pero nunca se habla de proporcionarles educación.

El sistema explotador se suaviza al proponer un retorno a lo humano. La Máquina Corazón, alimentada por la fuerza de los trabajadores, sería sustituida simbólicamente por el corazón biológico del mediador. Pero de producirse cambios en ese modelo clasista y autoritario, vendrían desde dentro de ese modelo y dependerían de la generosidad de los poderosos, de la sinceridad de Joh Fredersen cuando afirma que la preocupación por su hijo le ha cambiado.

El desenlace causa estupefacción: los esclavos siguen dispuestos a obedecer a su amo aunque este había planeado su genocidio. Y Freder, valiente pero ingenuo, acaba actuando como un delegado de sindicato vertical nepotista. El parecido entre ese 2026 de ficción y nuestro año 2014 muestra una terrible regresión a escenarios de principios del siglo XX, cuando apenas existían contrapesos al poder del patrón.

Una novela sentimental

Más allá de las interpretaciones ideológicas, Metrópolis ha sido estudiada… y cuestionada. Esto último no debe sorprender: disfrutar este relato de amores ideales y discursos sublimes exige dejar de lado la incredulidad. La escritora ya había mostrado su gusto por ficciones populares en La tumba india o el guión de El doctor Mabuse y, a la vez, su atracción por clásicos como el poema épico ‘Cantar de los nibelungos’.

Con Metrópolis tuvo en cuenta La Eva futura del simbolista Auguste Villiers de l’Isle-Adam. Pero optó por una emotividad casi romántica combinada con alegorías religiosas, y ambos aspectos son tan llamativos que roban protagonismo a la propuesta intelectual. Su enfoque evocador, poético, puede desarmar. Pero también adquiere tintes inquietantes a causa del contexto y el mensaje de la obra: el conjunto desprende algo de ese irracionalismo que, en opinión de Kracauer, fue explorado por el régimen nazi.

El escritor H. G. Wells, que imaginó otros futuros en Cuando el durmiente despierta o en La máquina del tiempo, echó en falta más detalles de organización económica y logística en laMetrópolis cinematográfica. La versión literaria no proporciona muchos datos añadidos, y también tiende a la abstracción. Pero su crítica parece injusta, porque Von Harbou no perseguía la verosimilitud, sino la emoción y la impresión estética: incluyó delirios y visiones, dioses paganos, robots, magos y pasadizos subterráneos. Mientras insistía, también, en la exposición de una tesis.

Sea como sea, los más cinéfilos podrán acercarse a una novela que zurce algunos descosidos de la película, eliminando alguna casualidad especialmente increíble y dotando de más profundidad a su inmaduro protagonista. Von Harbou apeló a las pasiones del público, y lo hizo apasionadamente. En su despliegue de referencias culturales, en la fuerza y el riesgo de algunas descripciones, fue más allá de lo estrictamente funcional. De cada lector dependerá si goza de sus historias de amor y sacrificio, y si examina los hilos de fascismo (intencionados o inconscientes) que estas pueden incluir.

Descargar el libro (en español) aquí.

Descargar el libro (en inglés) aquí.

Ver la película (VOS) aquí: